Doña Letizia estrena la diadema «Princesa» que le regaló Felipe VI
La Reina, espectacular en su regreso a Copenhague, la ciudad donde se presentó hace 11 años
Dinamarca, un país sencillo donde la pompa brilla por su ausencia, sorprende por la formalidad de sus galas y fiestas reales. Con la celebración del 75 cumpleaños de la Reina Margarita, se han organizado actos durante toda la semana, que culminan hoy, 16 de abril, fecha de la efeméride . La Familia Real danesa se asomará al balcón de Amalienborg, en el centro de Copenhague. De allí, Margarita y su marido, el Príncipe Enrique, irán en carroza hasta el Ayuntamiento de la ciudad, donde tendrá lugar un almuerzo. Como colofón, habrá una cena en el Palacio de Fredensborg.
Pero uno de los actos más destacados de las celebraciones tuvo lugar anoche: la cena de gala que reunió, en el Palacio de Christiansborg, a la Realeza europea y a la que asistieron Felipe VI y Doña Letizia. Ha sido su primer encuentro como Monarcas con el resto de familias reinantes del continente.
Anoche, la Reina Margarita y sus dos nueras acudieron vestidas de modo espectacular y utilizando colores muy distintos. La Reina de granate, con la preciosa tiara floral con hojas en oroy brillantestocando su elegante recogido. La Princesa Mary, esposa del Príncipe Heredero Federico, escogió un vestido de tono rosa maquillaje en tejido fluido, con el top y las mangas cuajadas de pedrería bordada. Muy aficionada a las diademas, repitió con la tiara de rubíes. En cuanto a la Princesa Marie, esposa del Príncipe Joaquín, siempre más discreta, llevó un conjunto de falda larga y top de encaje azul marino de corte evasé, muy del estilo de algunos vestidos de Felipe Varela para Doña Letizia.
Nuestra Reina se estrenó como tal ante la realeza europea. La expectación de los últimos años por los vestidos de la Monarquía había aumentado al tratarse de una nueva hornada de Reinas jóvenes que compiten en elegancia, como es el caso de Máxima de Holanda, Matilde de los Belgas y Doña Letizia. Mientras, otras Princesas europeas, como Mary de Dinamarca, Victoria de Suecia o Mette-Marit de Noruega, siguen esperando su turno. Asistieron también a la cena de gala los Reyes de Suecia, Carlos Gustavo y Silvia, el Rey Harald de Noruega, los Reyes Guillermo y Máxima de Holanda, Felipe y Matilde de Belgas y Enrique y Maria Teresa de Luxemburgo.
El juego de las diferencias
Copenhague es la ciudad donde Doña Letizia brilló con luz propia hace once años, la víspera de la boda de Federico y Mary de Dinamarca, que supuso su propia presentación oficial ante la realeza europea. En aquella ocasión no llevaba diadema de ningún tipo, ya que aún no era Princesa de Asturias. Ayer, en su primera noche como Reina entre monarcas, lució por primera vez su propia diadema, regalo de Don Felipe por su quinto aniversario de boda.
Se trata de una pieza realizada por la firma española Ansorena en oro blanco con pequeños roleos en media luna, y que muchos llaman la diadema «Princesa». Lleva engastados 450 diamantes talla brillante y cinco pares de perlas australianas, que van en disminución de tamaño, pero que se distinguen por su forma exacta y perfecta al haber sido elegidas entre 3.000 gemas. Como complemento, lució un par de pendientes, también compuestos por oro blanco, diamantes talla brillante y perlas, que se alargan o acortan según la ocasión.
En cuanto al vestido, resulta casi imposible mejorar el efecto del firmado por el que Lorenzo Caprile ideó para ella hace once años: un modelo en crepé satén y tul de seda, con cola y drapeados de un rojo fuego que le favorecía al extremo. Ayer, la Reina optó por un vestido de inspiración en blanco y negro, con bordados de motivos florales. En cuanto a los zapatos, si los de 2004 eran de punta afilada y forrados de la tela roja del vestido de Caprile (diseño de Pura López), anoche volvió a utilizar sus clásicos peep-toes negros de Magrit. Adornaba el conjunto con un mantón de Manila que llevaba en la mano. Quizás se echó en falta que fuese algo más cubierta.
En cuanto al peinado, Doña Letizia lució un recogido bajo y sencillo, en contraposición con el peinado ondulado y retro que escogió para su primer viaje a Dinamarca.
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