![](/cadiz/noticias/201206/23/Media/checa--300x180.jpeg?uuid=d894841a-bd08-11e1-9096-bd8ca8a2784d)
«Cuando llegué supe que no podíamos volver»
Jana Kovarikova SurferaA pesar de la tensión y los nervios del momento, la joven checa supo mantener la calma para emprender el rescate que costó la vida de un policía
EL PALMAR. Actualizado: GuardarHay decisiones que pueden determinar el seguir vivo o morir. En esas situaciones lo más complicado no es tomar una dirección u otra, sino mantener la calma y la mente lo suficientemente fría como para analizar lo que ocurre y que es lo más correcto. Porque es muy fácil hacerlo en una mesa sentado, dialogando con un amigo de cómo es la mejor forma de rescatar a dos personas en alta mar, mientras se sostiene una cerveza en la mano. Lo difícil es hacerlo cuando una persona viene nerviosa corriendo a decirte que dos hombres se están ahogando y requieren de tu ayuda de forma inmediata.
«Una bañista vino a decirme que había dos hombres que no podían volver a la orilla por culpa de las fuertes corrientes. En ese momento me sorprendí a mí misma por mantener la cabeza fría en una situación de emergencia tan extrema. Pensé que los hombres no tendrían ya mucha fuerza y que lo primordial era mantenerlos a flote, por lo que cogí dos chalecos salvavidas. Luego busqué la tabla más grande que tenía para que pudiéramos caber los tres sin problemas de equilibrio y por si pasábamos un tiempo considerable en el agua decidí ponerme el traje».
Dos cabezas en el agua
En esa mínima fracción de tiempo Jana Kovarikova (una joven checa afincada en El Palmar) salvó la vida de los dos hombres que estaban agarrados a una boya para mantener la vida. Ella estaba trabajando en su escuela de surf (Pata Negra) y tras darle un móvil a un amigo, para llamar a Cruz Roja, corrió hacia la playa. «Mi amigo dijo que venía detrás nadando pero le quite esa idea de la cabeza porque yo no podía arrastrar a una persona más, en el caso de que hubiera problemas». Desde lo alto de una duna vio las dos pequeñas cabezas que luchaban por su vida. Por el camino era alentada por varios bañistas alarmados por lo que estaba ocurriendo. Finalmente se lanzó al agua con su pala y su tabla (de la modalidad paddle surf), poniéndose los dos chalecos para remar mejor.
«Cuando llegué vi que uno de los bañistas estaba muy cansado y agarrado fuertemente a la boya, mientras que el otro permanecía más tranquilo a su lado. Les tiré los salvavidas y los subí a la tabla. En ese mismo momento me di cuenta de que no tenía suficiente fuerza para volver y que lo mejor que podíamos hacer era tranquilizarnos, para mantener el equilibrio, y esperar que vinieran a rescatarnos». Los dos hombres tomaron la decisión de acudir a la boya en vez de malgastar sus fuerzas nadando contra la corriente, otra determinación que seguramente les salvó la vida, a lo que colaboró Jana que hizo que la espera fuera menos traumática, con uno sentado delante y el otro a la cola.
«La corriente era muy fuerte y los tres pesábamos mucho. No podía hacer otra cosa que esperar a los servicios de emergencia». Pero fue una embarcación privada, una especia de zódiac, la que los remolcó hasta la orilla. Un momento en el que Jana volvió a sentirse abrumada, porque entonces la rodearon y acribillaron a preguntas. «Todos me decían y el tercer hombre, has visto al tercer hombre, dónde está, ¿lo sabes? Yo no sabía que había un tercer hombre, ni siquiera lo vi. Si hubiera visto que había otra persona en apuros, sin duda habría ido a intentar ayudarla».
Ya no se pudo hacer nada, la tragedia eligió el nombre de Carlos Calderón, agente de Policía Nacional de 33 años que no estaba de servicio y que también se tiró al agua en ayuda de los bañistas.