UNA FERIA DE TRANSICIÓN
Actualizado: GuardarMomento de hacer balance de la Feria del Caballo. Es lo que toca. Ya se sabe: la crítica constructiva siempre puede ayudar a mejorar y a crecer. Y con ese ánimo nacen las siguientes líneas, escritas, este año sí, con conocimiento de causa. Seis días visitando el Real y permaneciendo en el mismo durante horas considero que son suficiente fundamento para sumar unas reflexiones más a las numerosas y en muchos casos encendidas opiniones que los jerezanos realizan estos días. Porque, sin duda, el debate en esta ocasión parece bastante más activo que en ejercicios anteriores.
La cita se ha confirmado como la feria de la crisis. Los caseteros hablan de un descenso de los ingresos del 25% respecto a la pasada edición. Hay que reconocer que esta vez se han visto bastantes descuentos importantes en raciones y bebidas en numerosas casetas, pero también que en otras muchas los precios eran excesivos para los tiempos actuales y, sobre todo, para la calidad del producto que se ofrecía. Convendría que más de uno hiciese examen de conciencia al respecto porque no se puede echar toda la culpa a la tan manida crisis. Ya no cuela que se use como excusa y pretexto para todo.
Suspenso también para la mendicidad y el abuso de niños en el ejercicio de la misma. Y al patético espectáculo que, una vez más, han dado nuestros políticos echándose la culpa de dichos abusos unos a otros. Tampoco deben librarse de una mala nota ni el alumbrado -hortera a más no poder-, los problemas con el albero, la calidad de buena parte de caballos y enganches. Y la proliferación de engaños como, por ejemplo, la venta de tabaco de estraperlo o de lotería falsa, curiosamente, de décimos siempre acabados en 13 o 69, que suelen ser las terminaciones más demandadas por los jugadores.
Por el contrario, se antoja acertada la decisión de acortar la feria en un día. Parece que la medida ha sido entendida y hasta bien acogida por el conjunto de los jerezanos. Igual que han apoyado el recorte presupuestario y la implantación de un segundo 'día de los cacharritos' -se notó especialmente el domingo-.
Cabe festejar igualmente la ausencia de incidentes importantes, más allá de peleas puntuales y de los hurtos de carteras y móviles que se dan siempre en citas de este tipo. También, la decisión de destinar un espacio concreto para los botellones de los jóvenes, lo que ha provocado que el Real no se viese tan sucio como en ediciones anteriores. Y, sobre todo, que, pese a todo, la Feria del Caballo sigue manteniendo su esencia, ésa que la hace única, diferente a las demás.
En cualquier caso, el año que viene más y mejor. O al menos eso es a lo que se ha comprometido el gobierno municipal jerezano. Habrá que tomarse la Feria del Caballo 2012, por tanto, como de transición por culpa de lo mala que está 'la cosa'. Eso sí, que nos quiten lo bailado en este paréntesis de seis días en los tiempos que corren.