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Onda Cádiz

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No sé cuanto cobró por presentar el concurso del Falla Agustín Bravo, supongo que le darían lo que pidió o pensó que valía su trabajo, al fin y al cabo es un profesional del medio y vive de ello. Lo que sí sé, y una cosa no quita a la otra, es que lo hizo con mucha simpatía, aunque sin duda alguna tanta jovialidad forzada agradaba más a las madres maduritas de los comparsitas que a éstos.

Siempre pensé que para realizar un trabajo digno había que prepararse y cultivarse a través del estudio y la lectura, incluso en la mayoría de las veces, la experiencia de muchos años bastaría para complementar o suplantar dicha preparación. Lo que me cuesta más pensar es todo lo contrario, es decir, que el desconocimiento de un tema sirviera para sumar puntos para tu curriculum.

¿Por qué contratarían a un presentador de cierto renombre para nuestra televisión local y, lo que es peor, un presentador que no tenía ni idea de lo que estaba presentando? ¿Cuál era el fin? Algunos argumentaron que le daría prestigio e imagen al concurso, ya la tiene. Otros que más audiencia. Incluso había quien decía que era para provocar a los participantes y así desviar la atención en sus letras. Un concurso tan peculiar y tan nuestro, como nos gusta denominarlo, lo que necesita es un presentador que conozca y entienda lo que se representa sobre las tablas para así poder contarlo.

¿Qué pasa, que tan mal lo hacía Germán, o es que no sabía de lo que hablaba? ¿O tal vez no daba la imagen ni la dicción deseada? Primero lo quitan y colocan en su lugar a Martínez Ares, que con todos mis respetos y, aún siendo para mí uno de los mejores autores de todos los tiempos, eso de presentar no era su fuerte, parecía de cera. Y ahora Agustín Bravo, que parecía de mármol, con perdón. Esto lo que parece es más un capricho de alguien, que una decisión con criterio. Las cosas la engrandecen los hombres y no los nombres. Que vuelva Germán aunque parezca humano, es sólo sentido común.

¿Por cierto, y Guillermo Riol? Bueno eso es Semana Santa, no me toca a mí.