Ramiro (izquierda) y Nino (derecha) han aprendido a afrontar su nueva vida en una silla de ruedas. :: C. C.
CÁDIZ

«Tienes que aprender todo otra vez»

Ramiro y Nino han visto la otra cara de llevar un vehículo a dos ruedas, aquella que te cambia la vida y te deja paralítico para siempre La imprudencia es una de las principales causas de accidentes de motos

SAN FERNANDO. Actualizado: Guardar
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Otro año más la motorada llega a El Puerto y a Jerez. Hosteleros y comerciantes se frotan las manos, los aficionados calientan motores, todo es expectación, nervios, ganas de compartir experiencias. A menudo la excitación es tal que solo se mira a esta cara de las motos y se olvida lo que significa llevar ese vehículo. Entonces se reta al peligro mirándole a los ojos y en un instante, en cuestión de segundos la vida te cambia. Sin esperarlo, sin previo aviso, la otra cara de las motos ha roto tu vida literalmente.

Ya no habrá puño que meter ni rueda que quemar. No habrá escapada ni oportunidad de despejarse en la carretera con el viento en la cara. Ya no hay vuelta atrás y lo difícil no es eso, sino que lo complicado resulta mirar hacia delante. Un nuevo mundo, un mundo diferente. Aprender de nuevo a hacer todo, volver a superar las etapas de la infancia e incluso la de aceptarse a uno mismo tal y como es, quizás una que muchos no llegan a superar.

Ramiro Cerezo y Nino Yáñez conocen bien esas sensaciones. Ambos viven ahora pegados a una silla de ruedas y aunque todo ocurrió de forma diferente, se repiten las mismas imágenes. Es algo curioso, puesto a pesar de la diferencia de años y de no conocerse sus cabezas se han ordenado de la misma forma. Han tapado lo que les ocurrió y a partir del accidente vivieron prácticamente lo mismo. Un resucitar en el infierno, porque al despertar comienza un calvario del que hay que sobreponerse y sin paños calientes, sin medias tintas.

El accidente

En el caso de Ramiro, el accidente ocurrió cuando tenía 17 años. Como era costumbre los domingos se iba al cortijo de su tío y allí daba vueltas con su primo en un quads. Asegura que no recuerda nada ni de antes ni de después. Lo que ocurrió fue que el vehículo se estampó contra un árbol. «Cuando me metieron en el quirófano creí que era para que pudiera caminar, que todo iba a salir bien, pero no fue así, no volví a andar. Cuesta darte cuenta de lo que te pasa y es un momento muy duro. Tienes que aprender todo desde el principio otra vez».

Nino tampoco se acuerda de nada. Solo que se durmió en la moto tras salir de casa de un amiga. Luego se despertó en el hospital. Una señal de tráfico se interpuso en su camino. «Te dicen que existe un cinco por ciento de posibilidad de que te puedas recuperar y te agarras a ello, hasta que ves que se desvaneces y tienes que aceptar tu nueva situación». Algo que no es sencillo, «es un giro de 180 grados, un cambio radical y tienes que luchas por salir adelante». Pero, ambos han sabido sobreponerse y se nota no por lo que dicen, sino por cómo lo dicen. En la forma en la que sonríen mientras cuentan por lo que han pasado, eso es lo más curioso. A pesar de haber perdido muchas cosas de su vida anterior, la alegría ha vuelto y también sus sueños y esperanzas. Porque tampoco han cambiado.

«Hombre yo lo que quiero es acabar el bachillerato y luego estudiar una carrera, conocer a una chavala y formar una familia», como la gran mayoría de las personas. Por su parte Nino ha finalizado una diplomatura de Relaciones Laborales y ahora estudia unas oposiciones, como la gran mayoría de las personas. Sin embargo «vas por la calle y todo el mundo te mira y muchos te preguntan. Te sientes algo incómodo y aún hay muchas barreras que superar». Porque en ocasiones los escalones más difíciles de subir no son los de las aceras.