Sociedad

Alonso da la cara

El piloto rompe su hermetismo y se vuelca en las redes sociales para darse a conocer «sin intermediarios»

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No ha tenido nunca Fernando Alonso (Oviedo, 1981) una imagen demasiado positiva entre sus compatriotas. Al piloto español se le reconocen sus indudables méritos al volante, pero su timidez y el hermetismo que tradicionalmente ha mantenido con su vida privada han hecho de él un personaje que despierta menos simpatías que otras estrellas del deporte como Rafa Nadal o Iker Casillas. El hecho de haber fijado su residencia primero en Inglaterra y luego en Suiza por razones profesionales/fiscales tampoco le ha ayudado mucho. La envidia, el más potente de los corrosivos, siempre ha estado cerca de él y de vez en cuando le ha lanzado alguna dentellada a su ya maltrecha imagen pública.

Alonso nunca había prestado demasiada atención al capítulo de las relaciones públicas. Siempre distante en el trato, lo importante para él era su trabajo en el monoplaza. El pasado diciembre declaraba en una entrevista al diario 'Sport': «Siempre he tenido claro que una cosa es la vida profesional y otra la personal. Nunca entendí por qué tenía que decirle a todo el mundo qué hacía, al igual que ahora el Facebook, el Twitter o todas esas cosas que están saliendo y que no comparto; no sé qué gano diciendo que acabo esta entrevista y me voy a hacer una foto, que cojo un avión o que estoy cenando con los amigos. Es una cosa particular y quien sigue la F-1 ya verá los grandes premios, lo demás es una información banal y sin ninguna importancia».

Su punto de vista coincidía en buena medida con su actitud ante el creciente número de periodistas que cubre el Gran Circo: atendía pacientemente a todo lo relacionado con lo que ocurría en las pistas, pero se negaba en redondo a hablar sobre cualquier asunto personal. Además, los informadores que se habían incorporado recientemente al tinglado se sentían discriminados por su supuesto trato de favor hacia profesionales más veteranos que gozaban de toda su confianza. Antonio Lobato, el periodista que ha cubierto para la televisión su trayectoria deportiva, figura entre estos últimos. «Es inevitable que surjan tensiones porque es materialmente imposible atender los requerimientos de tantos informadores», reconoce Lobato, que es a su vez amigo personal del campeón. «Fernando es un gran tipo y una gran persona, pero puede que la imagen que se haya transmitido de él no sea la más adecuada», admite.

Sea por influencia de su amigo Lobato o por consejo de su escudería -Ferrari maneja las relaciones públicas con exquisito tacto florentino-, Alonso ha decidido dar un giro de 180 grados a su proyección pública. El primer paso fue el traslado la pasada temporada de su residencia a España. «Es maravilloso volver a casa», declaró poco después de haber dicho adiós a su mansión en la localidad suiza de Lugano. Un periódico inglés aseguró que su vuelta a Oviedo le iba a 'costar' unos 10 millones de euros anuales en concepto de impuestos, aunque ese es un extremo que el piloto nunca ha comentado. El siguiente paso ha sido la apertura este mismo mes de sendas cuentas en Twitter y Facebook, amén del lanzamiento de una nueva página web que tiene su nombre como dirección electrónica. Su intención, sostiene en el vídeo de bienvenida que introdujo en Twitter, es darse a conocer «sin intermediarios» a todos los aficionados.

Ferrari en el aeropuerto

Alonso no sorprende por su locuacidad en la red -se supone que un trabajo tan absorbente como el suyo no deja muchos ratos libres-, pero introduce algunos elementos de sus rutinas que lo hacen más cercano. Ayer, por ejemplo, contaba que a su llegada en avión a Italia procedente de Malasia le habían dejado un Ferrari para trasladarse por carretera hasta Maranello, la sede de la escudería. «Hoy en aeropuerto he tenido suerte y en vez de ir a Maranello en el autobús con todos, me han prestado un FF», escribía. Acreditaba la verosimilitud del mensaje con una foto en la que se le veía en el parking del aeródromo a punto de montar en un flamante Ferrari FF, una de las más hermosas (y caras, casi 300.000 euros) máquinas nunca construidas por el ser humano.

Seguro que la quiebra de su aislamiento hace que su imagen entre los aficionados sea a partir de ahora más humana. De momento, lo que ha logrado ha sido un número nada desdeñable de seguidores (unos 260.000). También ha arrastrado a Twitter a otros pilotos que se mantenían al margen de la red, a saber, Sebastian Vettel, Michael Schumacher, Felipe Massa y Kimi Raikkonen. Los cuatro han creado este mismo mes sus propias cuentas a rebufo del piloto español, en un intento de no quedar descolgados en una carrera, la de la imagen, que se antoja casi tan importante como la que se disputa en las pistas.