Una vocación por la que dio su vida
Pedro Manuel Salado, más conocido entre los misioneros como el hermano Pedro, falleció en Ecuador tras rescatar del mar a siete niños
Actualizado: GuardarDicen los que conocen la zona, que es uno de los lugares más bellos de Ecuador, pero también uno de los más extremos y difíciles para la vida, con largas etapas de sequía profunda y meses ininterrumpidos de lluvias torrenciales. En Quinindé, población del cantón de Esmeraldas con apenas unas décadas de historia, ha perdido la vida hace unos días un chiclanero, misionero de la Familia Eclesial Hogar de Nazaret fundada por María del Prado, que sintió la vocación y llevaba varios años ejerciéndola en el país centroamericano.
«Pedro Manuel Salado (Chiclana, 1968), era una persona sencilla, humilde y bondadosa», aseguran quienes le conocían. La noticia de su muerte ha llenado de consternación a una comunidad religiosa prácticamente desconocida que lleva a cabo su labor de educación y atención en Centroamérica que beneficia a miles de ecuatorianos, muchos de ellos menores.
Las informaciones que llegan desde Ecuador son confusas, pero todas coinciden en una valentía y heroicidad sin límites por parte de este misionero. Al parecer, el pasado domingo día 5 de febrero la comunidad en la que Pedro Manuel Salado estaba integrado fue a pasar el día con los niños que tienen acogidos a una playa cercana.
Mientras jugaban en la orilla, una ola se llevó a varios de los pequeños mar adentro. El hermano Pedro, a pesar del respeto que solía tener por las corrientes marinas de una zona especialmente costera agreste, no dudó en lanzarse al agua para «salvar a mis niños».
Según explicaban ayer desde la Diócesis de Córdoba, el misionero chiclanero consiguió salvar la vida de todos los menores, sacándolos del agua uno por uno. Tras poner a salvo a los dos últimos (Selena y Alberto), él llegó exhausto a la orilla, donde falleció unos minutos después. Los responsables de la misión se mostraron conmocionados con la noticia, pero pusieron de manifiesto que «la generosidad y valentía del hermano Pedro le quitó la vida, pero salvó la de siete niños».
El hermano Pedro, como era conocido en su comunidad, «se consagró al señor en 1990, y hasta 1998 vivió en el Hogar de Nazaret de Córdoba», tal y como recordaban ayer algunos de sus compañeros. Ese mismo año fue destinado a la misión que este instituto tiene en Quinindé y allí formó parte de un Hogar y una Escuela-Colegio que estos religiosos gestionan en esta zona.
Nada más conocer la noticia de su fallecimiento, el Obispo de Esmeraldas, el también español Monseñor Eugenio Arellano, expresó unas emotivas palabras; «el hermano Pedro murió como vivió, entregado a Dios y a los niños».
Tras hacerse público el luctuoso suceso, muchas y muy diversas han sido las reacciones entre los religiosos y misioneros de la provincia. El blog Misiones de Cádiz y Ceuta de la Diócesis gaditana, así como distintas publicaciones religiosas online de diferentes zonas de América Latina y España se hicieron eco ayer de lo ocurrido, destacando siempre la vida de abnegación y dedicación de este chiclanero.
Aún no se ha confirmado si la familia ha iniciado los trámites para repatriar el cadáver. Eso sí, quienes conocían a Pedro Manuel Salado recuerdan que a él le hubiera gustado descansar para siempre en Ecuador, donde perdió trágicamente la vida pero dio el alma por los demás.