Hallado en un acantilado de Gijón el cadáver de un hombre desaparecido
El cuerpo de la víctima, Gonzaga García, de 32 años, estaba oculto en las rocas tras haber caído desde una altura de 20 metros
GIJÓN. Actualizado: GuardarEran las doce del mediodía cuando los efectivos de bomberos que participaban en las labores de búsqueda de Gonzaga García Antuña localizaban su cadáver a los pies del acantilado del Cerro Santa Catalina de Gijón. Se encontraba desnudo, en una grieta justo debajo del Elogio del Horizonte, prácticamente oculto a la vista. No fue hasta que los bomberos se acercaron al lugar exacto cuando se confirmaban los peores presagios.
El joven de 32 años, murió previsiblemente por el brutal impacto recibido en una caída de más de 20 metros. Los investigadores consideran que se precipitó al vacío sin la intervención de terceras personas, aunque el caso está aún sin cerrar a falta de que le practiquen la autopsia.
El cadáver fue izado, en una difícil maniobra, a la aeronave del Helimer Cantábrico, encargada luego de depositarlo en tierra firme, justo al lado de la escultura de Chillida. La angustiosa operación fue presenciada por la novia del fallecido, Verónica, que ya desde el sábado por la mañana estaba convencida de que Gonzaga había sufrido algún percance y no se trataba de una fuga voluntaria. Por ese motivo, había decidido seguir desde la Atalaya las labores de rastreo que los servicios de emergencia y rescate reanudaron a las nueve de la mañana.
La ropa de la víctima había sido encontrada la madrugada del sábado diseminada por la hierba. «Sabíamos que había ocurrido una desgracia. Gonzaga volvía a casa siempre o avisaba y estaba claro que le había pasado algo», comentaban sus allegados, que hicieron piña nada más conocer el fatal desenlace. Fueron ellos los últimos en verlo con vida, sobre las cinco de la madrugada.
Se da la circunstancia de que agentes del Cuerpo Nacional de Policía habían intervenido apenas media hora antes de la desaparición para asistir a un integrante de su pandilla. Fue a raíz de ese episodio cuando Gonzaga comenzó a subir en dirección a Santa Catalina. Los amigos que le seguían, preocupados por su actitud, fueron siguiéndole y recogiendo la ropa y el calzado que iba dejando tras de sí. En un momento dado lo perdieron de vista. No se volvió a saber nada más de él.