Canción triste de Navidad
Actualizado: GuardarLo sostenía Bertolt Brecht: «En los tiempos sombríos ¿se escribirá también? También se escribirá sobre los tiempos sombríos». El pasado día 14 de este mes la portada de uno de los diarios de mayor difusión estatal describía el violento desahucio de una anciana mediante un espectacular despliegue policial. La ilustraba una foto que sin lugar a dudas pasará a la historia mundial de la infamia: la anciana con mirada altiva era conducida por multitud de agentes equipados al modo de La Guerra de las Galaxias. Un escalofrío de vergüenza e indignación de seguro traspasó las entrañas de asombrados lectores, mientras que en Consejos de Administración de Bancos, ejecutivos de color de triste rata sonreían satisfechos al comprobar cómo tan aguerridos uniformados defendían sus 'legítimos intereses', a despecho por supuesto del precepto constitucional que impone a los Poderes Públicos la protección del débil.
Posiblemente esa anciana y otras muchas dormirán esta Navidad junto a las maltrechas pertenencias que hayan conseguido hurtar a las fuerzas armadas de la usura en precarias casas de acogida, o quizás en el portal de un cajero automático de la propia entidad que las dejó sin techo, mientras que el Director General de la misma ya ha encargado una docena de arbolitos navideños para decorar sus múltiples mansiones. Es un cuento de Navidad con final triste, el que pudiera aguardarnos a todos si el creciente poder de ese monstruo que llaman 'Los Mercados' prosigue la escalada de violencia que revela esa foto de este crudo invierno. Tan crudo como aquel otro de 1939 durante el cual Brecht escribió: 'Canción Alemana'. Cito cuatro versos: «Ya desfila el ejército que ha de partir / Ana, no llores. / Cuando vuelva / volveré bajo otras banderas». Y así fue: el 10 de diciembre de 1948 se firmó solemnemente en la ONU la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, según los cuales situaciones como las que recoge esa escalofriante foto nunca hubieran podido producirse, ya que los poderes públicos de los países democráticos que habían derrotado al nazi fascismo se comprometían a garantizar una vida digna para todos los ciudadanos por encima de intereses mercantiles. Qué lejos aquellos tiempos en los cuales programas de grupos centristas, como el del general De Gaulle, planteaban cuestiones tales como la nacionalización del crédito y la obligación del Estado de dotar a todos los ciudadanos de un alojamiento digno. ¿Volverán alguna vez a prevalecer esos derechos sobre los intereses del Poder Financiero? Tal vez sí: ¡Ana no llores, volveremos bajo otras banderas!