El peaje del Algarve comienza con la disconformidad de Huelva
HUELVA. Actualizado: GuardarPortugal puso ayer en funcionamiento el cobro de peajes en tres autopistas fronterizas con Andalucía, Salamanca y Galicia, y otra en el Alentejo, a pesar del rechazo de empresarios, ayuntamientos y usuarios.
Plataformas ciudadanas del Algarve, del centro y norte del país, que se manifiestan desde hace meses contra esta medida, preparan más protestas a las que se espera que se unan también colectivos españoles. Los usuarios de la A-22, la vía que cruza la turística región del Algarve hasta Andalucía, convocaron ayer una marcha lenta hasta el aeropuerto de Faro -el segundo más importante del país en número de pasajeros- y tienen previsto continuar mañana sus protestas.
Los costes aproximados de los nuevos peajes oscilan entre los 11 y los 19 euros para recorrer las autopistas afectadas, según anunció esta semana el Gobierno portugués en el Diario Oficial de la República lusa.
En concreto, el viaje de 130 kilómetros de la A-22, a través del Algarve hasta Andalucía, cuesta desde hoy 11,6 euros para los turismos.
Perjuicio para Huelva
El PP atribuye la implantación del peaje en la Autovía del Algarve portugués (A-22) que comenzó a funcionar ayer a la «inacción» de los gobiernos socialistas, que «no han hecho nada para su implantación», a pesar del «grave perjuicio» que, según esta formación, acarreará para la economía onubense.
El secretario general del PP de Huelva, David Toscano, remarca que el peaje supondrá «una barrera al desarrollo de la economía onubense en unos momentos de especial necesidad y en una provincia que soporta 80.000 parados», a la vez que tendrá «graves consecuencias sobre un corredor turístico por el que entran cada año 400.000 viajeros a Andalucía, de los que 150.000 se quedan en los hoteles y en los campos de golf» de la provincia. En ese sentido, Toscano tachó de «insulto a la ciudadanía» que el PSOE «pretenda ahora que el Gobierno interceda para impedir el peaje, cuando ya se ha decidido su implantación y después de no haber movido un dedo en los últimos meses para impedirlo».