CÁDIZ

La cena de los idiotas

PROFESOR DE LA UCA Actualizado: Guardar
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Ha vuelto a pasar. Primero fue con Las Aletas, después con el Bicentenario y ahora con el CEI.MAR. Hay algo de gafe en esta provincia tan marcada por el rechazo a todo lo que tenga que ver con el progreso y la modernidad. Porque lo que no resulta creíble a estas alturas es que se pueda perder un proyecto de una envergadura económica que asciende a 4.800.000 euros, sólo en costes directos, sin contar los otros muchos beneficios que se podrían generar en la zona, por una cuestión puramente administrativa. Es la excusa que se ha dado desde la Secretaría General de Universidades de la Junta de Andalucía. No me la creo. Nadie puede creérsela. Una cifra de vértigo que puede suponer el despegue económico del entorno, incluso mucho más allá del estricto ámbito académico, que también se verá enormemente perjudicado, máxime en estos tiempos de fuertes recortes y restricciones económicas, en los que incluso se ha llegado a plantear la “fusión” de universidades; es decir, su desaparición. La UCA estaría en ese punto de mira.

El caso es que todo esto cada vez me resulta más familiar. Y me recuerda más y más a la película francesa La cena de los idiotas, de Francis Veber, pero al revés. Esto es, como si estuviéramos rodeados de ineptos, indocumentados, idiotas, imbéciles. Podría seguir, porque en el mundo laboral y en el mundo de la política esta especie suele reproducirse de manera muy generosa. Cargos políticos o institucionales que hacen trampas, pero que toman decisiones que, amparadas en lo políticamente correcto, -algo que ya huele demasiado a engaño, o en supuestos obstáculos administrativos, otra trampa-, afectan de manera muy negativa sobre el ciudadano de a pie.

Como bien dice nuestro Rector González Mazo, ante la gravedad de estos hechos, es el momento de reclamar lo que nos corresponde. De protestar. Aunque yo iría mucho más lejos, porque algún “listo” o “listillo” la ha vuelto a fastidiar. Pues como Salomé, quiero la cabeza del Bautista. En este caso, la del idiota, que diría Dostoievski.