PAN Y CIRCO

¡QUÉ ASCO DEL CÁDIZ!

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Ami amigo Sergio Franco ningún consejero del Cádiz le tenía que pedir que fuera a ver a su equipo. Acudía todos los domingos a Carranza y cuando podía se desplazaba con los amarillos. Antes de su accidente laboral en Tarragona consiguió adeptos para la causa en tierras catalanas. Recuerdo como sus compañeros celebraban con él en la distancia un gol de Fleurquin en La Rosaleda, que acercaba a los de Espárrago a Primera. Es lo que se llama hacer cadismo a 1.000 kilómetros. Tras su fallecimiento en 2005, sus amigos de la Sección Ajo se marcaron un objetivo: que su recuerdo se mantuviera vivo siempre. Se inventaron un memorial que aún perdura en los desalentadores tiempos de crisis que vivimos. El sábado, cuatro peñas volvían a reunirse en el cuadrangular que concluía con un tapeo gaditano en el que sus amigos y su familia nos reencontrábamos para entregar las placas en agradecimiento a los colaboradores. Y entre ellos se encuentra el Cádiz Club de Fútbol. Yo, en mi ignorancia, siempre he pensado que hay que estarle agradecido, aunque más bien es el club el que debería rendir pleitesía a sus fieles. Y más en los tiempos actuales donde la entidad como tal da asco. Fue vergonzoso que ningún consejero apareciera en el acto para recoger la placa. Tan ocupados estaban sus dirigentes para que ninguno pudiera sacar diez minutos de su tiempo. Sencillamente lamentable. Soy de los que defienden que el balón puede o no entrar y que Jose se puede equivocar más o menos en su planteamiento. Pero lo que no se puede tambalear es la imagen, una imagen que lleva más tiempo soterrada que el tren en Cádiz. Solo lo ocurrido con las camisetas del centenario daría para escribir un libro. Encima los hay que hacen un llamamiento para que el domingo se llene el campo. Ellos piden aliento 90 minutos cuando no son capaces de entregar ni 10. Eso sí, tu tranquilo Sergio que, pese a estos desagradecidos, tu Cádiz todavía es capaz de ganar 6-1 en casa como aquel día contra el Valladolid cuando la gente de bien sí se acordó del cadista ausente.