Juan José Padilla
Actualizado: GuardarUn cosquilleo sigue recorriéndome el cuerpo cada vez que veo las imágenes de la cogida que sufrió la semana pasada, en Zaragoza, Juan José Padilla. Son tan dramáticas que fueron, incluso, motivo de debate en la redacción de este periódico el día que sucedió, a la hora, concretamente, de elegir cómo lo reproducíamos en portada. Estaba claro que era la noticia del día, sobre todo para un periódico de Jerez -aunque muchos diarios de tirada nacional también lo recogieron en sus primeras páginas-, y como tal había que plasmarla. La cuestión era si mostrar la cogida en toda su crudeza o si, por el contrario, no era necesario hacerlo. Ya se sabe, por aquello de evitar el lógico rechazo que eso podía producir en algunos lectores. Recuerdo que tuvimos una discusión parecida en un periódico en el que trabajé en el pasado cuando los atentados del 11-S en Estados Unidos. O los del 11-M en Madrid. ¿Era necesario mostrar toda la crudeza de los efectos de ambos atentados? ¿Se podía o se debía evitar un morbo innecesario o eso suponía amputar de algun manera la información? Como en el caso del torero jerezano, finalmente optamos por 'censurar' las imágenes más crudas. Pensamos que no era necesario mostrarlas para comprender la magnitud y la gravedad de lo que había sucedido. Bastantes años después sigo pensando que acertamos.
Pero más allá de ese debate deontológico, lo de Padilla asombra. Tengo que reconocer que no me gustan especialmente los toros. Tampoco estoy en contra. Al revés, lo entiendo como un arte, como una tradición, como un seña de identidad, como algo que siempre ha estado ligado a este país y que cuenta con numerosísimos aficionados, con todo lo que eso conlleva. Que ahí está la libertad de cada uno de elegir y que, al fin y al cabo, el toro de lidia no existiría de no ser por la Fiesta Nacional. Pero, como decía, todo eso no quita para que me sorprenda sobremanera lo de Juan José Padilla.
Me cuentan los que le conocen que es un torero especial. Afirman que ha luchado mucho por hacerse un hueco en la elite del toreo nacional y mantenerse ahí. Que nada ni nadie le va a apartar de ese camino, porque es muy cabezón y lo tiene muy claro. No lo sé, pero de lo que no me cabe ninguna duda es que tiene que estar hecho de una pasta especial. Todavía se desconoce si perderá un ojo y ya le ha pedido a su representante que no suspenda las corridas que tenía contratadas en América. Está dispuesto a seguir toreando aunque sea con un parche. Y lo más grande es que no es la primera vez que sufre una cogida grave. Por lo que he podido leer estos días, de hecho, ha sufrido ya alrededor de una treintena a lo largo de su carrera profesional, unas más graves que otras, lógicamente. Pero el tío sigue ahí, con la ilusión de continuar con lo que más le gusta pese a todo, superando cualquier adversidad, sin importarle nada más. A eso se le llama valentía. Y, aunque solo fuese por eso, seguro que Padilla es un tipo que merece muy mucho la pena. Ojalá tenga suerte.