Sociedad

Épica de Rafaelillo, emocionante pero desigual corrida de Adolfo Martín

Herido menos grave el banderillero Pepe Mora tras una dramática cogida

MADRID. Actualizado: Guardar
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El primero de los seis toros de Adolfo Martín ganaba en descaro. Fue de salida barbeando las tablas y recogiendo aplausos. Rafaelillo salió a catarlo, pero el toro, enviciado por la mano izquierda, hizo por el bulto y no por el engaño. A punto de ser cazado, Rafaelillo corrió a saltar la barrera, pero resbaló en el estribo y se quedó casi a horcajadas columpiado sobre las tablas. Entonces salieron al quite Pepe Mora y Abraham Neiro. El toro dejó a Rafaelillo cuando iba a atravesarlo y se vino a los del quite, pero al bulto.

Sse vivieron escenas de angustia: el toro prendió a Mora por la cintura, lo empaló y derribó, lo buscó en el suelo, lo prendió y zarandeó. Sacaron del cebo a Mora, herido. Cuando se lo llevaban, se cayó el torero herido y el toro se vino al grupo. No se sabe cómo se acabó yendo suelto de ese embrollo, que se saldó con una cornada menos grave y con una de las palizas mayores que se haya llevado este año un torero. Siguió el espectáculo. Cuatro puyazos de Antonio Muñoz. El toro no tenía conducta normal. De la segunda vara, sin embargo, salió humillando. Su punto manso: el regusto de olerse la sangre.

Rafaelillo no se afligió sino que, con entereza se resolvió enseguida con el toro. Por la mano derecha. Pasaron factura los cuatro puyazos. Buena faena breve, estocada tendida. Emocionante. El cuarto fue de los dos mejores. El otro fue un segundo que toreó con despaciosa firmeza Barrera. Ese segundo, el menos ofensivo.

El cuarto, nada que ver con el primero. Rafaelillo le echó los vuelos del capote y lo toreó a la verónica con pasión y calma en lances de manos altas. Una gran larga de remate, pero el toro pisó el capote y desarmó a Rafael. Las fuerzas justas: del segundo puyazo, muy medido, salió derrotado el toro. Estuvo a punto de ser de triunfo redondo. Porque descolgó humillado, tuvo fijeza y tomaba la muleta con ese son de Saltillo. Casi entera en los medios una faena emotiva. De desigual composición. Algún muletazo extraordinario. Más breve, habría sido todo mejor, pues el toro, sin aliento, perdió las manos y empezó a quedarse corto. No encontró la igualada a punto Rafael. Le afloraron los nervios, atacó sin fe, se fue la mano a los bajos en metisaca horrendo.

Marín se llevó dos toros ingratos. Un tercero que miró por encima de esclavinas y estaquillador; y un sexto de glorioso remate que enamoró a los paganos pero fue desigual. No tuvo paciencia Serafín, que ya había tragado paquete con el tercero. El quinto, que murió escarbando, parecía tronchado, no tuvo fuerza y claudicaba. Le pidieron a Barrera que abreviara. Hizo dos o tres maravillas como lidiador: cosas del repertorio gallista de Morante, que se celebraron.