CÁDIZ

El origen de España, en tapas de terciopelo

El original manuscrito de la Constitución de 1812 se conserva en el Congreso y sin visos de viajar a Cádiz el año próximo

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La identidad nacional se forja a golpe de banderas, escudos e himnos. Ese patrimonio inmaterial que encierra la palabra Estado, tan volátil y frágil como la propia naturaleza humana. Porque conceptos como Nación o patria son etéreos e intangibles pero hay momentos en los que se cristalizan y se hacen palpables en determinadas piezas. Uno de esos objetos de culto se conserva en el templo del contitucionalismo español, el Congreso de los Diputados. Se trata de un libro de 27 centímetros de ancho por 41 de alto. Un total 113 páginas encuadernadas en terciopelo burdeos, protegidas por una bolsa de transporte del mismo material. No aportará grandes referencias al lector de este reportaje a no ser de que se afine más la descripción: un ejemplar manuscrito con un marcapáginas con los colores de la bandera de España y fechado en 1812. La descripción se completa con el título de la obra: 'Constitución Política de la Monarquía Española'.

El valor histórico es incalculable, el material también. Tanto como para sobrecoger con solo tenerlo en sus manos. El historiador Alberto Ramos es uno de los privilegiados que ha sentido el peso de la primera Constitución Española en sus manos (literalmente hablando): «Pude hasta tocarlo y la verdad es que se siente una emoción especial». Y no es para menos. Se trata del ejemplar original que rubricaron los diputados de Las Cortes de Cádiz el 18 de marzo de 1812 en el Oratorio de San Felipe. Sus últimas páginas dan fe de nombres ilustres como el Conde de Toreno, José Mexia Lequerica o Lázaro Dou.

«Se firmaron dos ejemplares escritos a mano. Uno quedó en manos de las Cortes y otro en las de la Regencia. A todos los efectos, el de las Cortes se considera el primigenio», explica Ramos. El mismo que hoy se guarda con mimo en los depósitos del Archivo del Congreso de los Diputados. El manuscrito no es una obra más en la madrileña calle Floridablanca. «Tenemos piezas más antiguas, pero esa tiene un significado especial, como uno de los primeros documentos de España como Estado», explican desde el Congreso de los Diputados.

Esas páginas de papel especial, escritas en tinta con una cuidada caligrafía están a punto de cumplir 200 años. Una buena fecha para regresar por un tiempo a su cuna, Cádiz. De aquí salió con la partida de las Cortes a Madrid y el año próximo podría ser el de su vuelta. Un regreso en condicional porque, hasta la fecha, el Archivo del Congreso «no ha recibido ninguna solicitud de préstamo». Con la caída de la gran exposición del Doce se esfumó su simbólico regreso. El reloj corre y Cádiz se aventura una efemérides confusas. Las mismas que parecen querer celebrar el primera hito constitucional español. Eso sí, sin Constitución.