Los trabajos de restauración en las puertas del patio han permitido descubrir que están realizadas en madera de caoba. :: ÓSCAR CHAMORRO
CÁDIZ

Aprendices en madera santa

El proyecto de la Asociación Cardijn se centra en los trabajos de restauración, carpintería y ebanistería en el mobiliario del edificioLa Escuela Taller San Bartolomé 2012 ultima sus trabajos en el Seminario

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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La madera de cedro desprende un aroma intenso y fresco, tanto como para ser uno de los principales componentes de perfumes de hombre. La caoba es una madera cara y codiciada, resistente al ataque de insectos xilófagos, dura aunque fácil de tallar. Una restauración de bienes muebles se sabe cuando empieza pero no cuando culmina. Estos pueden ser algunos de los apuntes de los 24 jóvenes de 16 a 25 años que forman parte de la Escuela Taller San Bartolomé Cultural 2012. Un proyecto de la Asociación Cardijn en colaboración con la Consejería de Empleo de la Junta de Andalucía con un doble objetivo: enseñar una profesión a los participantes en el proyecto y recuperar parte del valioso patrimonio en madera existente en el Seminario de San Bartolomé.

La iniciativa arrancó en diciembre de 2009 y ya se encuentra en su fase final con una fecha en el punto de mira, el 27 de diciembre de 2011. «La idea es que todas las piezas que se están realizando estén listas para esa fecha», explica Rita Vargas, de la Asociación Cardijn. Y lo estarán, como corroboran los dos monitores del taller, Margarita de la Flor y Fernando Gutiérrez. «Se nota que están a gusto. Están cumpliendo objetivos, de hecho es probable que los superemos incluso. Hay buena disposición, ganas e ilusión», matiza con ilusión Vargas.

Empuje y ganas por aprender cada uno de los entresijos y técnicos de una labor tan artesanal como la carpintería. Tras desarrollar seis meses de formación teórica, los aprendices se encuentran ya «con un contrato de formación como alumnos trabajadores», como explica Rita Vargas. Puro trabajo de campo en tres áreas del saber: restauración de bienes muebles, carpintería propiamente dicha y ebanistería. Divididos en grupos de ocho pero «intentando que todos aprendan de todo», como puntualiza de la Flor, los aprendices se forman «mientras ponen en valor el patrimonio artístico de Cádiz».

De hecho, el trabajo de la escuela taller en el Seminario se centra en la restauración de tres valiosas puertas (la de entrada al edificio, al patio y la acceso al presbiterio) y la reparación de diversos muebles nobles que se encuentran en el edificio (con especial hincapié en un pupitre de grandes dimensiones de la biblioteca). Pero eso es solo el trabajo de restauración que ahora se afana «con mucha paciencia» en devolver el esplendor de una de las puertas de acceso al patio «que de tantos repintes había perdido detalles de la talla, de hecho no se sabía ni que era de caoba», reconoce Fernando Gutiérrez.

No será la única huella que dejarán las manos de los 24 jóvenes del taller. Los jóvenes del equipo de ebanistería ya ha realizado 30 sillas y un sillón presidencial para el obispo, destinadas a la Sala de las Columnas y realizadas en madera de cedro «siguiendo diseños similares al mobiliario del edificio». En breve comenzarán con la realización de un pupitre de grandes dimensiones, reproducción del existente en la biblioteca que será restaurado. Por su parte, el equipo de carpintería ya ha realizado el mobiliario funcional de 25 a 27 habitaciones (con cabeceros, mesas de noche y estanterías).

Nuevas creaciones

Una suma de trabajos que hace que desde la asociación hablen ya «de objetivo casi cumplido». «A partir de aquí será el dinero y el tiempo el que marquen qué nuevas piezas irán restaurando y haciendo, ya fuera del acuerdo. «Y eso ha sido gracias al grupo que funciona muy bien. Somos una piña», explica Gutiérrez sonriente. Y es que la satisfacción del trabajo bien hecho reluce en la cara de monitores y aprendices. Ahora queda conseguir el segundo objetivo, como explica Vargas: «Destinamos el máximo de recursos posibles para conseguir la inserción laboral de los alumnos».

De momento, Carlos Fuentes, de 25 años ya sueña «con trabajar en el diseño de muebles por ordenador». José Chaves espera no alejarse mucho de sus 23 años sin conseguir un puesto «en mantenimiento de edificios». Para los dos la experiencia ha sido «única, muy positiva». «Al principio andábamos muy parados por ser un seminario», explica Chaves, «hasta que nos soltamos y el trabajo está siendo muy bueno». Tan bueno en lo personal como lo profesional como para que los jóvenes salgan de San Bartolomé «conociendo las mejores técnicas de carpintería». Como reconoce divertida De la Flor: «Lo bueno lo enseñamos aquí, lo malo ya tendrán tiempo de aprenderlo».