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«La única condición es seguir en el tajo»
Entró en la fábrica con 22 años y ahora, con 39 y un hijo, se aferra a la lucha sindical para que no haya cierre y rechaza el consuelo del subsidio Sergio Salguero, oficial de producción de Visteon, vive el día a día con la presión del desempleo
EL PUERTO. Actualizado: GuardarSon las 7.30 de la mañana y Sergio Salguero, oficial de producción de Cádiz Electrónica, se prepara para salir de casa. De 39 años, es padre de un niño cuyos juguetes dejados al azar en el salón, delatan su presencia. Él es el motivo de que su progenitor, divorciado y con pareja, haya reducido su jornada laboral de ocho de la mañana a tres de la tarde. Apenas cinco minutos separan su hogar -una pequeña casa con jardín en una urbanización- del parque Tecnobahía. «Más bien 'Tecnoparo'». El pesimismo no vence al ingenio que los trabajadores, en la cuerda floja tras los planes de cierre que la multinacional maneja para esta fábrica, emplean en la fabricación de pancartas. Un humor ácido, casi macabro, que se traduce en el muñeco de bata blanca ahorcado o las cruces que han salpicado la alambrada y el terragal de la planta como si de un cementerio de muertos vivientes se tratara. No en vano, muchos compañeros se pasean como zombis por las dependencias de esta fábrica de piezas de automoción, víctima de la última sangría laboral en la Bahía si nadie lo remedia.
Toda una vida
Sergio nació en Jerez pero a muy temprana edad se mudó a El Puerto. Tras estudiar BUP y COU, realizó el servicio militar y cursó un módulo de Formación Profesional de Electrónica y Electricidad. Después se formó como instalador en línea y en 1994 comenzó a trabajar para Visteon en su planta gaditana.
«Estoy en la línea 17 de producción. Pero juego con la polivalencia de poder trabajar en cualquier departamento». Hace unos tres años inició un proceso judicial para que la empresa le reconociera una categoría superior a la que figura en su contrato. «Pero me da la impresión de que cuando llegue la sentencia ya no hará falta, porque la planta habrá cerrado».
Inmediatamente rectifica sus palabras. Ser miembro del comité de empresa le obliga a ser optimista y fuerte ante los ojos de sus compañeros. «Vamos a luchar por nuestros puestos de trabajo y que en ningún momento cese la actividad de la planta. Seguir trabajando, es lo que queremos. No vamos a hablar de indemnizaciones porque la única condición que manejamos frente a la empresa es seguir en el tajo». Su coche espera en la puerta. Algunas de sus piezas no tienen secretos para él: las placas internas del cuadro de mandos, la tecnología de las llaves... La carretera de Sanlúcar luce a media luz, el sol no ha terminado de salir en una mañana rara, con el calor en insólito estado de tregua. «Hemos vivido mucho en esa fábrica. Muchos compañeros empezaron a salir, se casaron, han tenido hijos... Puestos a comparar, mi situación no es tan mala como la de otros, que se quedarán sin dos sueldos: el suyo y el de su pareja».
Una decena de parroquianos desayunan en el bar de la gasolinera, a escasos metros del parque tecnológico. El rumor del televisor trae los coletazos de disturbios por los recortes en Grecia, la operación salida de tráfico, las estériles polémicas políticas, los últimos chismes de la boda real monegasca... La vida sigue pero para Sergio y sus compañeros no es un día normal. Aunque lo parezca. «No hemos vuelto a retomar el trabajo a pleno rendimiento desde que nos interrumpieron el suministro el día que anunciaron el cierre». El café cortado se queda a la mitad. «Nunca me lo tomo entero» y el camarero lo despide hasta mañana mientras atiende a otros operarios de la fábrica. Algunos quizá se preguntan si terminarán al otro lado de la barra. Algo en lo que nuestro oficial de producción tiene experiencia. Trabajó en la hostelería varios años antes de entrar en Visteon y recientemente cursó el ciclo formativo de grado medio de Cocina y Gastronomía. Él ya ha hecho su particular curso de reinserción laboral.
«De lo que se trata es de recabar el máximo de apoyos de todos los sectores: políticos, sociales, culturales... Y sensibilizar a la opinión pública a través de los medios para hacer toda la presión posible contra la multinacional. Cádiz Electrónica no se cierra».