Ocaña celebra el gol que sentenciaba del todo una eliminatoria que ya estaba muy cuesta arriba desde el partido de ida. :: FRANCIS JIMÉNEZ
CRÓNICA

El sueño se torna pesadilla

El San Fernando seguirá en Tercera tras ser eliminado por La Roda

SAN FERNANDO. Actualizado: Guardar
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Para olvidar, cuanto antes, mejor. El San Fernando seguirá siendo equipo de Tercera tras verse superado por La Roda, que asciende de manera merecida. El gol de Ocaña en el 42' convirtió el sueño en pesadilla. Y al final sucedió lo que se temía. Sachetti avivó la llama al salirse de vestuarios para agredir al delegado de La Roda, Antonio Castillo. La Policía se fue tras él y el argentino -que se trató de esquivar la persecución policial- tendrá un problema con la justicia. Eso calentó a las aficiones, que se enfrentaron y la visitante tuvo que esperar en el campo para poder salir escoltada del estadio.

Tal y como se había anunciado en los días previos, Antonio Iriondo planteó un equipo en el que destacó la entrada de Selu, que formó pareja con Sambruno en el centro de la zaga. Capi se recuperó de sus molestias y pudo actuar de inicio en el lateral izquierdo. Raúl Silveira cubrió el hueco dejado por Sachetti en el centro del campo y Germán acompañó a Pedro Carrión en la delantera.

Comenzaron las cosas tal y como se esperaba, con el San Fernando metiendo intensidad aunque La Roda se mostraba seguro en defensa e incluso salía al ataque cada vez que encontraba espacios.

La primera ocasión para los azulinos la tuvo Canito, que le levantó el balón a Bocanegra a modo de vaselina y el cancerbero tuvo que estirarse para evitar que la pelota se colara por la escuadra. La respuesta visitante llegó por medio de Berni pero apenas habían pasado diez minutos y el encuentro entraba en una dinámica que interesaba a los isleños.

Sin embargo, el primer revés llegó con el cambio obligado de Canito en el 18'. El centrocampista se resintió de sus molestias musculares y tuvo que ser sustituído. No varió, pese a todo, el esquema de Iriondo, incluso el cambio resultó positivo, puesto que el extremo le dio mucha profundidad al juego.

Los isleños mordían, y la altura de Germán posibilitaba que se ganaran muchas pelotas por alto. Sergio Beato, Pedro Carrión... Las oportunidades llegaban una y otra vez pero Bocanegra mostraba mucha seguridad en todas sus acciones.

La Roda, entre tanto, a esperar, a defender y a salir con velocidad. Ocaña era una bala cada vez que la veía clara, aunque Zamora mostraba mucha seguridad en sus salidas.

Pasada la media hora, una mala caída de Chupi le provocó que se hiciera daño en la mano y el defensa tuvo que ser sustituído por Rocamora. Tampoco el cambio varió el guión de los de Cabezuelo.

Beato y Carrión seguían a lo suyo, inquietaban cada vez que controlaban la pelota. Pero los minutos pasaban y el gol no llegaba, lo que provocaba que el juego de los azulinos fuera cada vez más acelerado, con menos cabeza.

Para colmo de males, cuando más se rondaba el primer gol local llegó un enorme jarro de agua fría. Ocaña, que ya había avisado un minuto antes con un lanzamiento en ventaja que atajó bien Zamora, no perdonó a la segunda, y en un contragolpe muy bien armado por el centro del campo rojillo le ganó la espalda a la defensa, y le colocó el balón imposible al portero, que nada pudo hacer para evitar el gol de los albaceteños.

Era el 42' y llegaba un mazazo que prácticamente dinamitaba las posibilidades de remontada de los de Iriondo, que se iban al descanso pensando que tenían que meter nada más y nada menos que cinco goles para alcanzar la gesta. Las dudas se trasladaban hasta la grada cuando el trencilla señalaba el camino hacia los vestuarios.

A la desesperada

Como último recurso, y dándose cuenta de que su apuesta de juego no había salido como se esperaba, Iriondo decidió sacar del campo a Selu y meter a Brahím en la delantera. De esta manera, Germán volvía a su sitio natural en el centro de la zaga, formada por solo tres hombres puesto que Castillo adelantaba su posición.

Toda la intensidad con la que se había desarrollado la primera parte se apagó por completo en los primeros instantes de la segunda. El San Fernando tenía la pelota y lo intentaba con más corazón que cabeza, mientras que La Roda esperaba tranquilo en su campo, a dejar pasar los minutos y a salir a la contra cuando se podía.

Carrión la tuvo muy cerca cuando se rondaba el minuto 10 de la segunda parte pero el balón daba en el defensor después de que el delantero metiera la punterita en semicaída y se marchaba a córner. Castillo la buscaba, por el centro y por la derecha, pero la cabeza ya no estaba fresca y fallaban las ideas.

Brahím tuvo la ocasión mas clara hasta ese momento pero cuando todos cantaban gol aparecía Bocanegra, que ayer más que un portero parecía un muro de consistencia imposible de perforar.El juvenil delantero nada más que vio portero y se la echó al cuerpo, facilitándole su trabajo.

Eran momentos muy duros, la grada callada salvo los más de 200 rodeños desplazados, que cantaban y saltaban saboreando lo que cada vez parecía más claro que tenían en su mano.

De hecho, daba la sensación de que era más posible que llegara el segundo de los rojillos que el del empate azulino. La impotencia se mascaba en los rostros de los isleños, que veían como se pasaban los minutos y perdían la fe en la posibilidad de meter cinco goles para remontar el partido. Rodiel y Capi veían amarilla por sendas patadas sin sentido, muestra de que ni los mismos jugadores se sentían capaces de reaccionar a lo que les estaba sucediendo.

El partido se convertía en un auténtico suplicio y los minutos parecían durar no 60, sino 120 o 130 segundos. Ya solamente se intentaba por orgullo, por irse con un resultado digno, pero ni por esas se conseguía el objetivo. Castillo la tuvo a falta de un cuarto de hora pero su lanzamiento se fue alto. La Roda, entretanto, bostezaba.

Todos estaban deseando que el partido se terminara para volverse a casa, unos a afrontar seis horas de camino con la alegría del que ya es equipo de Segunda B, y otros a rumiar lo sucedido, lamerse las heridas y pensar en que, quizás, sea la temporada que viene.