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«Si llega a pasar en pleno verano, tal vez hubiéramos lamentado víctimas»
Un equipo de la Policía Autonómica fue el primero en acudir al lugar del incendio para controlar el tráfico y coordinar los desalojos
CÁDIZ. Actualizado: GuardarLa casualidad los puso en el lugar de las llamas aunque no entraba dentro de sus competencias. Un equipo de la Policía Nacional adscrita a la Junta de Andalucía fue el primero en llegar al incendio para ayudar con los primeros desalojos y mantener el orden. La voz de alarma la dio precisamente el jefe de la unidad, Juan Expósito, que cada día desayuna junto al edificio afectado. Al ver la columna de humo llamó a los bomberos y pidió a un equipo de la comisaría que ayudara a los vecinos hasta que llegara el resto del operativo.
Dada la cercanía de la comisaría, situada en el bajo de la Residencia Tiempo Libre, un grupo de cinco policías se desplazó hasta la zona del incendio que ya había provocado un desprendimiento del techo del local comercial que comenzó a deshacerse en cascotes. Aguardaron hasta que fue seguro entrar y subieron directamente a la primera planta para organizar los desalojos. El agente C. R. T. se situó en una posición más adelantada. «Cuando dejaron de caer cascotes subimos a los primeros pisos y lo encontramos todo negro. Había un olor intenso a humo», recordaba tras el susto. Él fue precisamente uno de los intoxicados y tuvo que recibir asistencia médica en el Hospital Puerta del Mar.
Aún ayer decía notarse los pulmones «tocados». «Se pasa miedo, pero hay que mantener el orden en esa situación y nos toca hacerlo especialmente a los cuerpos de seguridad. Todos trabajamos en coordinación, tanto Nacional como Local y los Bomberos, se hizo una labor estupenda», aseguró. Junto a él recordaron la experiencia su compañero M. M. R. y las agentes A. L. P. y A. C. T., todos están convencidos de que «tal vez si hubiera pasado en pleno verano se hubieran lamentado víctimas». Esa era la sensación general, pero afortunadamente muchos de los pisos son de segunda residencia y se encontraban vacíos.
En alerta constante
La agente A. L. P. reconoció que «en todo momento tuvimos el miedo de que volvieran a caer cascotes» y valoró la actitud de los afectados, que mantuvieron el orden y siguieron todas las indicaciones de los cuerpos de seguridad. «Es la única manera para evitar males mayores», resaltó.
Hasta la tres de la tarde el equipo de la Policía Autonómica colaboró en las tareas de desalojo y organización y regresaron con los uniformes totalmente negros. Recordaron ayer que «algunas personas estaban impedidas y también se sacaron del edificio gracias a la ayuda de otros vecinos». Los agentes destacaron en especial la colaboración de un joven que estaba asistiendo a una mujer en silla de ruedas. Al no poder sacarla, no dudó en cargarla en brazos para salir lo antes posible. «No nos dio tiempo de preguntarle su nombre, pero se portó de una manera admirable», aseguraron.
El responsable de la unidad explicó que desde que dio el aviso hasta que llegaron los bomberos apenas pasaron siete u ocho minutos, pero «se hicieron interminables». El miedo de los afectados pidiendo ayuda por las ventanas y la impotencia de no poder hacer nada dominaron el momento. Cuando se comenzaron a sofocar las llamas y llegaron los distintos dispositivos, la situación mejoró.
Otros cuatro compañeros de la Policía Nacional tuvieron que ser atendidos en el hospital por intoxicación de humo junto a C. R. T., que no es la primera vez que se enfrenta a un fuego similar. Hace ya años vivió el triste incendio de la discoteca Alcalá 20, en Madrid, donde murieron 82 personas. Entonces estaba destinado en Madrid. De aquello han pasado ya 28 años, pero los recuerdos han vuelto de golpe. «Hubo muchas víctimas y fue una verdadera atrocidad. Aquí afortunadamente no hay ningún herido grave, aparte de los daños materiales y el susto, todos han salido casi ilesos». También reconoció que «esta mañana (por ayer) al pasar junto al edificio no podía soportar aún el olor a quemado».