Agentes de la policía científica y efectivos del Consorcio de Bomberos inspeccionan el local incendiado para averiguar las causas y el origen de las llamas. :: ANTONIO VÁZQUEZ
incendio en Cádiz | calle brasil

La Clínica San Rafael da alojamiento a 25 afectados por el incendio

Se encuentran instalados en la última planta que el centro ha puesto a disposición de los vecinos con comedor y sala de lavadoras

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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«No es como estar en casa, pero resulta confortable». Carlos José Rodríguez se lo toma con filosofía. Vive en el noveno y estar cerca de la azotea fue casi como un seguro de vida. Tiene 69 años y problemas de movilidad, por eso fue el último en salir del edificio de la calle Brasil cuando se sofocaron las llamas. Ayer merendaba tranquilamente en el comedor de la sexta planta de la Clínica San Rafael que ha habilitado este espacio para todos los afectados. En total son 25 y disponen también en una sala con lavadoras y secadoras para la ropa. El propietario del local incendiado, José Manuel Pascual, les ha puesto a su disposición este espacio mientras duren las labores de reforma.

Carlos ha decidido que el incendio no le va a amargar el verano. Hace tres años que reside en Cádiz junto a su mujer para estar cerca de los hijos y no cambia la playa Victoria por nada del mundo. Nació en Canarias, pero se trasladó junto a su familia a Algeciras para trabajar en la refinería de Cepsa. Cuando se jubiló decidió establecerse a Cádiz y ganar en comodidad para acudir a sus revisiones médicas. Tras el susto, ayer su mujer y sus hijos pudieron entrar en el piso acompañados por agentes de Policía Local. La visita fue rápida, cogieron algo de ropa y objetos personales que les serán útil durante la larga estancia que les espera lejos de casa.

Le cuentan que la vivienda no ha sufrido apenas daños en el interior, pero el revestimiento de las ventanas está totalmente derretido. Carlos sonríe a medias y se limita a decir que «habrá que hacer reformas». La habitación de la clínica la comparte con su esposa y tienen su propio baño. Cuenta que, de momento, está muy cómodo, aunque «nada es comparable con estar en casa».

En general la estancia habilitada para los afectados tiene más parecido a un hotel que a un hospital. La planta se encuentra totalmente cerrada al público y solo se puede acceder a ella con una llave propia a través del ascensor. Durante el día se sirven desayuno, almuerzo y cena en el comedor común y tienen a su disposición una sala con lavadoras y secadoras para el cuidado de la ropa. El personal sanitario apenas pasa por la planta salvo para algunas atenciones médicas que necesiten los afectados y para la limpieza diaria.

Pesadilla en la azotea

A pesar del buen humor del que Carlos hace alarde, reconoce que «la experiencia ha sido muy dura». «Cuando comenzó el incendio decidí subir a la azotea, porque más peligroso era bajar, algunos intentaron salir y se lo impidió el humo. Nos reunimos aproximadamente unas 40 personas de todo el edificio y estuvimos acompañados en todo momento por la Policía Local y Nacional, lo organizaron muy bien», explica. Allí permanecieron unas tres horas hasta que los evacuaron cuando ya había pasado el peligro.

Una vez abajo, los sanitarios atendieron a los afectados en el hospital de campaña y luego vino lo más difícil: buscar alojamiento. Carlos pasó la primera noche en el hotel Playa Victoria, porque el Tryp Caleta estaba totalmente lleno y llegó a la clínica durante la mañana de ayer. Hoy se despertará en esta residencia improvisada a la espera de noticias sobre la situación del edificio. Teme que las estructuras puedan estar afectadas y sabe que tendrá que pasar mucho tiempo fuera antes de volver a casa.

«De momento estamos bien -comenta- la planta es muy tranquila y la comida está muy buena, yo no necesito nada más», insiste. También recalca que contar con personal sanitario cerca es una suerte por si se presenta algún problema de salud. A pesar de todo, echa de menos su piso.

Dice que es la primera vez que se enfrenta a una experiencia de este tipo «espero que sea la última», confía. Mientras esperaban para salir del bloque recuerda que hubo varios vecinos a los que les pudo la situación y se dejaron llevar por los nervios. En su caso, asegura que lo asumió desde el principio e incluso, cuenta ahora que la impresión de la imagen le recordó a las Torres Gemelas por la enorme cantidad de humo.

Además de los realojos en la Clínica San Rafael, se han reubicados a cuatro familias en varios pisos y a una persona en el hotel Tryp Caleta, porque tenía a un familiar ingresado en el Puerta del Mar y necesitaba estar cerca.