EL RAYO VERDE

VOTAR DESPUÉS DEL 15M

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La sociedad civil ha irrumpido en la campaña electoral de manera tan contundente como inesperada. Desde que el pasado domingo, para sorpresa de los propios organizadores, millares de personas salieran a las calles en cincuenta ciudades para reclamar «democracia real, ya», asistimos a un fenómeno que va en aumento, que no se sabe cómo puede evolucionar y que ha cambiado de manera radical el escenario político en las vísperas de las votaciones. Sin banderas, sin siglas, sin líderes, los manifestantes recogen el grito «¡Indignáos!» del francés Stéphane Hessel, y han llevado a primer plano las contradicciones, las fallas, las injusticias de un sistema político que se ha olvidado de la gente, se ha encerrado en sí mismo y ha sido aplastado por «los mercados», el capitalismo, a fin de cuentas, y no es capaz de ponerle freno. «El poder del dinero -dice Hessel- nunca había sido tan grande, insolente, egoísta».

Una generación de jóvenes preparados y criados en la abundancia que afronta un futuro con un 43% de tasa de paro y un menor paraguas social que sus padres; las familias asfixiadas por las hipotecas y el desempleo, la falta de identificación con los partidos políticos actuales, su escasa credibilidad, la clamorosa corrupción, afloran como los principales argumentos de un movimiento social que no se puede menos que reconocer como altamente justificado. A partir de ahí se ha generado en numerosas capas sociales un sentimiento de identificación, de conexión, que ha llevado a cada cual a volcar en él sus propias experiencias de injusticia, de agravio, incluso una inusual esperanza de que es posible mejorar el mundo. Mientras, los líderes de los partidos se han quedado descolocados y han reaccionado mal: primero al ataque y luego intentando aprovecharse de la protesta para rentabilizarla o neutralizarla electoralmente.

Así que hoy, domingo 22, en que elegimos ayuntamientos en toda España y gobierno autonómicos en trece comunidades, los votantes nos vemos sacudidos por una catarsis, por un alud de argumentos que nos desborda y cuestiona incluso el propio acto de acudir a las urnas. Esta «insurrección política», esta ilusión por participar en la vida pública, por trabajar para lograr un país mejor y más justo, este «estado de gracia» social no tiene otra manera de canalizarse que por la participación en las elecciones, que es la fórmula que en la democracia nos hemos dado para gobernarnos. Sin embargo, a partir de ahora a los partidos no les va a ser fácil seguir en su burbuja de intereses. A los grupos emergidos el 15M les tocará seguir ejerciendo esa conciencia crítica que tanto necesitamos: «Crear es resistir. Resistir es crear», propone Hessel.

Y nosotros esta noche volveremos a tener a Teófila Martínez como alcaldesa de Cádiz, veremos qué tal queda la composición de la Diputación Provincial , qué pasa en Jerez o en San Fernando, que dicen Arenas y Griñán, Zapatero y Rajoy, cómo queda la partida de cara a las generales y andaluzas... Pero algo habrá cambiado en el fondo y todos deberán, deberemos, tomar nota para el futuro.