Sociedad

Un artesano de las luces y las sombras

El fotógrafo presenta en la Sala Rivadavia un conjunto de imágenes elaboradas a través de exposiciones largas y superposiciones El argentino Arturo Aguiar traslada el claroscuro barroco al siglo XXI

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El artista argentino Arturo Aguiar inaugura hoy la muestra fotográfica 'Poética de la luz', en la que expone su trabajo creando espacios íntimos llenos de lirismo. Una quincena de piezas de gran formato pueblan las paredes de la Sala Rivadavia con influencias de la pintura barroca religiosa que se trasladan a la estética del siglo XXI. Incluso muchos de los títulos de las obras de Aguiar juegan con lo sacro. Por ejemplo, una de las fotografías, 'Martirio', es un retrato de un amigo del autor donde la pose del sujeto, los elementos de la escena y las luces vienen a «actualizar el barroco», según el propio artista. Eso sí, en este caso el cielo se transforma en un paisaje urbano poblado de edificios altos y las estrellas las aportan unas zapatillas Converse.

En la obra de este inquieto autor argentino no hay instantáneas propiamente dichas, ya que las exposiciones son largas y las puestas en escena bien complicadas. Como un auténtico artesano de las luces y las sombras, en sus composiciones no hay iluminación natural, que se sustituye por los haces de luz de varias linternas colocadas de forma estratégica en el espacio a retratar.

Así, sombras imposibles e ilógicas dotan a las escenas de un halo de misterio que aproxima a quienes las observan al terreno de lo desconocido, mientras que «la luz es lo visible». Arturo Aguiar, que asegura trabajar «con la metáfora del conocimiento», se vale de la fotografía analógica, aunque no es un enemigo de la imagen digital. Es más, una de las piezas se llama 'El fin de la película'. En la imagen aparece el último rollo de película fotográfica usado por el autor, ya que la marca había dejado de fabricarla.

La habilidad de Aguiar, lo que lo hace único dentro del grupo de fotógrafos contemporáneos, es su capacidad y maestría a la hora de jugar con la superposición de tomas para lograr «quebrar el discurso fotográfico» y multiplicar el foco. La mayor parte de las imágenes son estampas íntimas, privadas, como si el espectador de repente se colara en una habitación sin ser invitado.

Asimismo, hay una clara referencia a figuras literarias, como la Ofelia de Hamlet en un par de fotos. Este es el caso de una imagen en la que una mujer yace con la cabeza cubierta por sugerentes flores de vivos colores, que se convierten en un ramo con forma de pez. Otra de las fotografías muestra una estancia de la casa de Victoria Ocampo, madrina de Jorge Luis Borges, a quien puede verse en uno de los portafotos que aparecen sobre una mesa. Muchas de las imágenes se asemejan a pinturas, según su autor, el resultado de la combinación del grano de la película y el juego deliberado de sombras.

Aguiar deja que su arte seduzca al espectador, que le provoque una reflexión, que le emocione y se inquiete ante lo que ve.

Material audiovisual

A parte de las fotografías de gran formato, la exposición de Rivadavia va acompañada de una proyección de vídeo que muestra una entrevista televisiva a Arturo Aguiar para un programa cultural argentino.

La exhibición, organizada por el Consulado de la República Argentina en Cádiz y la Fundación Provincial de Cultura de Diputación (fruto de un convenio de colaboración que se remonta a 1997), podrá visitarse hasta el próximo 16 de junio. Esta es la primera vez que Arturo Aguiar expone en Europa, pero ya posee piezas en diversos museos americanos.