![](/cadiz/prensa/noticias/201105/08/fotos/6070530.jpg)
Grave percance de Curro Díaz
Un toro de Salvador Domecq le pega una cornada en la pantorrilla y le parte el peroné
SEVILLA. Actualizado: GuardarEl toro de Salvador Domecq que completaba la corrida de Manolo González estaba muy bien hecho. Derribó en la primera vara, empezó a frenarse enseguida y a cabecear con brusquedad. No se sabe si se encogía por poco o mal sangrado, ni se sabrá si una mayor sangría le hubiera cambiado el aire o el son, que no tuvo. Ninguna de las dos cosas. Tan frenado estaba después de banderillas el toro que no se dejó ni cerrar y fue el propio Curro Díaz quien tuvo que salirse al tercio para faenar sin tanteo de prueba siquiera.
Fue trajín laborioso aunque pareciera fluido: las cosas del oficio, la soltura de Curro, que con los vuelos de la muleta engañó al toro las veces suficientes como para corregir su cabeceo tan molesto y provocar embestidas rácanas. Una tanda templada con la izquierda y una segunda, pero en el remate de ésta se revolvió al toro y prendió a Curro por la pantorrilla. No pudo ni ponerse en pie el torero de Linares. Muy astifino el toro, y se pensó en cornada grave. El toro le había atravesado la pierna y partido el peroné como si le sacara de cuajo. Curro hizo gestos de dolor, que debió ser terrible. Juan Mora cuadró el toro con tres muletazos y lo dejó aviado de media trasera.
Era la vuelta a Sevilla de Juan Mora tras once años de rumiada ausencia. Y también, después de ocho temporadas, el regreso a la feria de Abril de la ganadería de Manolo González. El reencuentro tuvo acre sabor. El toro de más feas hechuras de la corrida fue un cuarto alto, cornalón y zancudo, salinero, con la cara por las nubes y las nubes por la cara. El único con el hierro de Manolo González que pudo despachar el torero de Plasencia. El toro de la reaparición en la Maestranza fue del hierro de Toros de Jarrama, la parte de procedencia Torrestrella de los hermanos González Sánchez-Dalp. Un toro castaño chorreado que no tuvo ni gana ni entrega, pero que Juan Mora toreó bien y sabiamente. Toques por delante, firmeza, trabajo en un palmo de terreno, la paciencia justa y el sitio preciso para tirar del toro cuando se aplomó. En meter al toro tan sin fatiga en el engaño fue la prueba del saber estar. Precioso un muletazo del desdén marca de la casa; buenos los lances de recibo; excelente una estocada de sorpresa.
El cuarto, bien gobernado en lances de saludo, desarmó a Juan entre una vara y otra y fue, en la muleta, complicado. Antes de rajarse, y hacerlo de particular manera, fue de viajes sueltos sin fijeza y, si volvía, lo hacía con aire pegajoso. Otra vez anduvo resuelto y seguro Juan. Una estocada desprendida.
El toro de mejor condición fue el segundo. El de mejor porte también, el más en Núñez, ligeramente repicadas las embestidas. Le anduvo con gusto Curro Díaz: en corto, amarrando los viajes, pero sosteniéndose con firmeza, jugando largos los brazos en limpios muletazos. Ese ramalazo tan particular de torero de bronce que lleva Curro a flor de piel y siempre brota. Bonita la faena, una estocada delantera pero bien cobrada.
El único que pudo matar dos toros con el hierro de Gallardo fue El Fandi. Dos toros de signo diferente: un sexto reservón, encogido, revoltoso y violento, y un tercero que, frío de partida, galopó en capote y en banderillas pero duró luego lo mínimo, pues empezó a abrirse de manos rendido.