CÁDIZ

A cada esquina, dos historias

Muchas calles del centro conservan la placa con su antigua denominación

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Entre las calles Enrique de las Marinas y Zorrilla hay mucho más que la plaza de Mina. Por sus esquinas se cruzan vecinos, muchas historias y algunas pocas leyendas. El que nació en la zona sabe que mientras se pasea por Zorrilla sus antepasados decían que lo hacían por la calle del Puerto y que si se va a Enrique de las Marinas puede ver aún el viejo cartel que indica que hace años a esa vía se la conocía como la del Fideo. Algunos saben el origen de las antiguas denominaciones y otros ignoran que la calle Antonio López, por ejemplo, no siempre se llamó así y que sus vecinos tiempo atrás la llamaban Cruz de la Madera. Lo cierto que es muchas de las calles del centro mantienen la doble cartelización, es decir, dos placas con sendos nombres: el actual y el antiguo.

Curiosa resulta la historia de muchas de estas calles, mientras que en otras la explicación es popular y en algunas, inexistente. Según el concejal delegado de Patrimonio, José Blas Fernández, el hecho de que se conserven las antiguas placas se debe solo al valor histórico que contienen. Fernández hace alusión a la calle Barrocal, muy conocida también como la del Laurel, ya que en 1671 se encontraba allí la casa del capitán Castellanos que tenía un enorme jardín con un laurel. Una vecina de la Viña, Gloria Piñero, pasa por la calle María Arteaga y se sorprende al darse cuenta de que antes se llamó de la Cerería por haber existido allí fábricas de cera: «No sabía que tuviera este nombre, pero sí recuerdo que antes la calle Pericón de Cádiz era San Bernardo». Por la plaza Cruz Verde, sus calles aledañas han mantenido designación, como Pasquín o Cruz. En otros casos, el origen es desconocido, como la calle de la Manzana, hoy Corneta Soto-Guerrero. Adelaida, de la librería Jaime, cuenta que nadie del barrio se refiere a esa vía como la de la Manzana, pero sí por su primitiva nominación, Alcalá Galiano.

El baile de nombres a lo largo de la historia está lleno de anécdotas que enriquecen el patrimonio cultural del callejero gaditano. Son muchas más las arterias de la ciudad que lucen aún obsoletas lozas que preservan en la memoria que Barrié se llamó Vestuario o que San Francisco fue una parcela de tiendas de guanteros. Aún así, la interpretación queda libre en algunas ocasiones: ¿por qué la calle de la Plata se le denominó de la Jara?