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Dejar atrás toda una vida para centrarse en la oración y la contemplación de Dios

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Carlos García es de la primera promoción de la Escuela de Aparejadores de Sevilla y durante años ejerció en Ibiza y Formentera, donde también abrió una inmobiliaria. Se casó, aunque años después se divorció, y tuvo dos hijos. Hasta ahí su vida no difería mucho de la del resto de mortales, pero un viaje a Palestina en 1988 cambió su percepción del mundo. Ahí decidió que cuando pudiera dedicaría su vida a la contemplación y la oración. Así lo hizo en 1995, una vez que sus hijos completaron sus estudios. Vendió todas sus propiedades y los beneficios los repartió entre su familia para ingresar en el monasterio de las Carmelitas de Benicassim. Luego dio varios tumbos hasta que recaló en la ermita Visigoda de los Santos Mártires, convenciendo al obispo de que lo pusiera a prueba durante tres años para ser el ermitaño. Sin embargo, cumplido el tiempo decidió marcharse ya que no encontraba ala tranquilidad que quería pues era constante la llegada de personas que querían ver la construcción. Se instaló en San José durante siete años, pero no se olvidó de la ermita y llegó a escribir un libro de su historia con documentación que recopiló y su amor hacia ese monumento le hizo volver con unas ideas renovadas.

Actualmente reside allí y ha instalado un horario de visita de martes a domingo de once a una y media para las personas que se quieran acercar. Además está detrás de conseguir que se realicen algunos de sus proyectos para mejorar el lugar como la construcción de un 'parking' o una archivo biblioteca. Pero sobre todo lucha por un buen acceso y señalización.