ALERTA NARANJA
Actualizado: GuardarAvanza la primavera pero no se va la alerta naranja. Parece que el parte meteorológico coincide con el signo de los tiempos. El pesimismo se extiende como una pandemia de verdad, ante la que ningún laboratorio podrá hacerse rico con una remesa de vacunas. Los jérguenes florecen a la vez que los escándalos. De los bulbos brotan oscuros jacintos repugnantes. No estallan los colores, asistimos a la consagración de la podredumbre. Pensábamos que construiríamos un país culto y libre, pero tenemos un panorama desolador en lo económico y espeluznante en lo político. En lo cultural, mejor lo dejamos. No hay para dónde mirar: las listas de las municipales, según se van conociendo, parecen elaboradas por el Partido de la Abstención, que si se presentara coparía las instituciones. El ámbito autonómico registra niveles de esperpento. El ambiente en la Junta es tal que ya no vale ni eso de «al suelo que vienen los míos», porque nadie sabe quiénes son «los míos» y ante la debacle presentida muchos preparan su plan de fuga. Los despachos se cierran con llave, por lo que pueda pasar, y la desconfianza se ha instalado a todos los niveles. No hay día en que no salga un escándalo, sin que nadie dimita. Salvo Luis Pizarro, que ha hecho saltar en pedazos la pretendida «pax socialista». Las apelaciones a la calma y a trabajar para ganar las elecciones no bastan para apagar el ruido del afilador, que prepara los cuchillos para el 23 de mayo. Los rumores disparados, las flechas envenenadas no ocultan su mayor tragedia: importa a pocos, sólo a los implicados, que se han convertido en una superestructura, en una casta a la que no llega la desesperación de los parados, de los desfavorecidos, de los que reclaman justicia. La única causa que atienden ellos, la que les ocupa, es la de su propio bolsillo, sus vanidades, sus privilegios. La negativa de los eurodiputados a viajar en clase turista ejemplifica a la perfección lo que digo. ¿Alguien va a trabajar por el prestigio de la 'res publica'?
Otro tanto sucede con la política nacional. No sé si el PP se han dado cuenta de que la marcha de Zapatero deja en evidencia su falta de soluciones, su silencio ante la demanda de respuestas de la sociedad y el oportunismo de su discurso. Más, por supuesto, quedan al descubierto los socialistas, que ahora ya no podrán culpar a su líder de los funestos pronósticos, los penosos resultados.
Los fondos sin control, las tramas de ERE, cursos, contratos; las ayudas nepotistas a las empresas, los sindicatos y empresarios apacentados por el dinero público, los liberados a porcentaje, los proyectos fallidos, los bancos usureros, las agencias de rating nos apabullan y avergüenzan; como la manipulación, la falta de transparencia, la mentira, el utilitarismo, el sectarismo institucional. Esto no funciona. Hay que repensar las estructuras, renovarlas, airearlas. Ya no valen. No sé dónde, pero hay que restituir la confianza para recuperar el clima moral. Abandonar la melancolía, pasar a la acción y a la indignación. Sin miedo, como los jóvenes que comienzan a tomar la calle, pero por el futuro.