La escritora Rosa Montero, en el balcón de su casa. :: EFE
Sociedad

Rosa Montero viaja al futuro para contar una historia de supervivencia

La escritora y periodista reflexiona acerca de la memoria y la muerte en su novela de ciencia ficción 'Lágrimas en la lluvia'

MADRID. Actualizado: Guardar
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«Escribir no es una terapia, pero sin literatura los escritores nos haríamos cachitos», señalaba ayer Rosa Montero. La escritora y periodista reflexiona acerca de la memoria y la muerte en su última novela, 'Lágrimas en la lluvia' (Seix Barral), un relato de ciencia ficción en el que crea un mundo nuevo e inventado donde los replicantes invitan al lector a meditar acerca del sentido de la vida.

Montero imagina al planeta tierra en el año 2019, un momento en el que el mundo se encuentra asolado por una ola de muertes de replicantes, unos seres artificiales cuya vida no puede durar más de diez años. La detective Bruna Husky será la persona encargada de investigar qué hay detrás de esta locura colectiva, mientras una mano anónima transformará el archivo central de documentación de la tierra para modificar la Historia de la humanidad.

La escritora ha basado este relato en el filme 'Blade Runner' (1982), del director Ridley Scott, película que ha visto «seis veces». Según ha explicado en un encuentro con los medios, de ella sólo ha utilizado la primera frase, la figura del replicante y la idea de la memoria artificial porque, indica, le ha gustado la idea de un ser humano que «tiene acortada y limitada su vida a una fecha fija y no puede olvidar que está condenado a muerte».

El gran tema de esta novela es, según explica, «la gran tragedia del ser humano: venir al mundo con tantísimos deseos y ansias de vivir y tener una vida tan frágil y efímera que no controlas nada y encima te mueres». Otro de los elementos en los que se detiene es la memoria. Para ella, existe un gran paralelismo con los replicantes y, a su juicio, sus memorias artificiales «no sé si lo son más que las nuestras». «Somos lo que recordamos de nosotros y lo que contamos a los otros que hemos sido. Esa memoria que nos contamos a nosotros mismos es mentira, es un invento, porque no es lo mismo lo que recuerdas ahora que lo que recordarás dentro de unos años», señala.

Este relato, y al igual que otros textos de ciencia ficción, señala Montero , funcionan como fábulas que nos hablan sobre nosotros mismos. Por ello, aunque las memorias de los replicantes son falsas, y tal y como dice un «psicoguía» en la novela, «lo que yo recuerdo de mis padres también es mentira». «Cuando hablo con mi hermano y hablamos de mi infancia pienso que nuestros padres no son los mismos», bromea.

Aunque afirma que no le gusta escribir sobre su propia vida, la protagonista de esta novela, Bruna, tiene prestados los «ataques de angustia» que han acompañado a Rosa Montero durante su vida, la calle de su «infancia» -Reina Victoria- e incluso el nombre que la escritora y periodista utilizó como alias en la plataforma cibernética 'Second Life' y en algunas de sus direcciones de correo electrónico. En este «juego privado», la escritora se ha inventado todo, «hasta la moneda», con la sensación de «ser Dios» y de solucionar un «rompecabezas». «Escribir un mundo coherente y lógico me ha parecido maravilloso».

«Un tiempo para cada cosa»

En su novela, afirma Montero, «todo es verosímil» y crea un mundo donde se observa la conexión con lo cotidiano. En este sentido, señala que algo malo de algunas obras de ciencia ficción es que «no hay continuidad» con la vida y que no hablan del lector o del espectador que lee o ve una historia. «Aquí, sin haber leído un libro, dicen que este género no les gusta, confunden la ciencia ficción con las películas de marcianitos, en las que no hablan de la realidad», lamenta.

Rosa Montero comenzó a trabajar como periodista cuando apenas tenía 18 años. Ahora, y después de más de 40 años dedicada a este oficio, confiesa que dedica mucho más tiempo a la literatura porque, aunque no se quiere jubilar, su «corazón» ya no está «escribiendo entrevistas». Siempre tuvo la «necesidad» de escribir, incluso cuando no publicaba -«de pequeña escribía cuentos»- y ahora afirma que no puede ser «más sabia» de lo que lo es ahora. «Tengo en la cabeza el cien por cien del conocimiento que he reunido en mi vida». Tal y como señala en 'Lágrimas en la lluvia': «Hay un tiempo para cada cosa».

Como periodista, reconoce que siempre le gustó ponerse en el lugar del otro y empatizar con él, una necesidad que ha trasladado a su literatura. En sus entrevistas, lo positivo ha sido «entender algo más», porque «reafirmarte en tus prejuicios es un viaje muy corto». «Lo que más me gusta es conocer al otro», declara y añade que la novela te permite, además, «desdoblarte».