Francisco muestra una fotografía del fallecido en presencia de su madre, que no puede contener el llanto. :: ESTEBAN
Sierra

«Mientras me apuñalaba, vi la cara que se le pone a un asesino»

La familia de Jaime se lamenta de tener que ver a diario, en el pueblo, a la mujer del presunto asesino que creen que lo provocó todo Francisco Márquez Álvarez Hermano del joven jornalero asesinado en Francia

ALCALÁ DEL VALLE. Actualizado: Guardar
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Arropado por la familia y en una casa que sigue siendo un ir y venir de vecinos casi ocho meses después de la muerte de Jaime. Francisco Márquez Álvarez, hermano del joven jornalero asesinado en Saint Guilles (Francia), recuerda lo sucedido el 23 de julio cuando su hermano sufrió ocho puñaladas mortales y él, entre otras personas, también fue apuñalado. La familia, desde entonces, sigue contando con el cariño de sus vecinos y saca fuerzas de flaqueza para pedir que se haga justicia.

-¿Cómo recuerdas el fatídico día del suceso?

-Es algo horroroso y que no me puedo quitar de la cabeza. Todo comenzó con la desaparición de una Play Station y una PSP pero aunque nosotros sabíamos que la tenía el que finalmente nos apuñaló, decidimos pasar del tema y dejarlo. Yo llegué a proponer que la pagáramos entre todos y olvidáramos el asunto. Pero por la noche, cuando estaba acostado, volví a escuchar voces y al salir de mi cuarto traté de que el agresor y su mujer se fueran para su habitación y mi hermano hiciera lo mismo. Al ir de vuelta a mi habitación, mi hermano Jaime me alertó de que el agresor había sacado algo del bolsillo y cuando lo miré noté que me había pinchado, me puse a gritar y él se ensañó con mi hermano y con todo el que trató de ayudarnos.

-¿Cómo quedó grabada esa escena en su memoria?

-Recuerdo que mientras me apuñalaba él tenía los ojos que se le salían de las órbitas y pude ver la cara que se le pone a un asesino. Era algo espeluznante. Mi hermano, angelito mío, se llevó la peor parte y el se ensañó dándole ocho puñaladas, cuatro en el pecho y otras cuatro por detrás en la cabeza. Vamos que las dio muy bien dadas porque ese tenía claro donde pincharnos para matarnos, que es lo que quería. De hecho, después de todo lo sucedido nos dijo que tenía que volver a por nosotros a matarnos.

-¿Jaime murió en el acto?

-Nosotros entendemos que la primera puñalada que le dio ya le había provocado la muerte. Sus últimos esfuerzos fueron para encerrarse en la habitación desde donde tuvieron que sacarlo por la ventana para evitar encontrarse con el agresor que estaba apuñalando a todo el que se ponía en su paso. El trayecto hasta el pueblo, con siete personas en un coche, cuatro de ellos heridos, y en el otro coche mi cuñado con mi hermano que el pobre ya iba muerto, fue un horror.

-¿La mujer del presunto autor de los hechos presenció las agresiones?

-Si, ella estuvo presente en todo momento y yo le decía que hiciera algo para pararlo pero no hizo nada. Ella fue quien lo provocó todo, según creemos todos los que estábamos allí, porque estuvo calentando al marido para que la defendiera porque le estábamos diciendo que ellos nos habían robado.

-¿Y os prestó auxilio o trató de evitar la agresión?

-En ningún momento. Yo le pedía que lo evitara pero ella estaba como si estuviera viendo una película. Es más, después de la agresión ambos se rieron en nuestra cara mientras nosotros buscábamos como tratar de salvar a Jaime y a otros heridos, como su novia Rocío, que también tuvo heridas graves -su hermana muestra las fotos de las heridas que recibieron todos, muestra de la crueldad de los hechos-. Fueron algunos franceses los que, en la plaza del pueblo, nos prestaron ayuda. Allí apareció el agresor y su mujer y fue entonces cuando ella empezó a pedir ayuda pero para su marido que decía que estaba herido.

-¿Sus heridas se produjeron en la casa?

-El salió de la casa sin nada, aunque ahora dice que recibió cinco puñaladas. Y de hecho la policía no ha encontrado ni una gota de sangre suya en la casa mientras que de la nuestra la había por todos los rincones. Se fue en el coche antes que nosotros, conduciendo él, y llegó a la plaza detrás nuestra, sin la navaja, conduciendo la mujer y con unas heridas que no llevaba al montarse en el coche. Heridas que entendemos, tal y como nos dijo la policía, que se las había hecho él aunque, casualmente, fueron menos contundentes que las de Jaime y todos nosotros. Las nuestras nos rozaban el bazo, los pulmones, la aorta u otros órganos vitales, por lo que tenemos que decir que hubo hasta suerte para que solo muriera Jaime aunque ojalá todos hubiéramos sufrido más heridas y él estuviera hoy vivo.

-Buscábais un jornal y Jaime encontró la muerte, ¿cómo vive uno estas circunstancias?

-Nos quedaba una semana para volvernos y después del robo y ver como se puso la cosa incluso pensábamos venirnos el lunes siguiente a lo sucedido, que fue el viernes. La verdad es que si llegamos a saber antes todos los antecedentes de robos y agresiones que tenía quien mató a mi hermano, nos hubiéramos comido las piedras del río antes de irnos a vivir con él. Además me arrepiento de no haber cogido nuestras cosas, nada más iniciarse la disputa, y habernos venido para Alcalá sin pedir ni siquiera la cuenta en el trabajo.

-¿Fue mala la convivencia previa con el presunto agresor?

-Allí todos éramos una piña, excepto su mujer y él. No teníamos problemas con ellos pero eran gente rara. Nosotros tratábamos de compartir, ver los partidos del mundial juntos e integrarlos en la familia que formábamos pero era imposible. Ellos iban a lo suyo e incluso alguna vez lo vimos entrar a la casa por la ventana, por tal de evitar el trato con nosotros y no saludarnos.

-¿Pero hacía prever ese trato que podía pasar lo que ocurrió?

-Para nada, jamás lo hubiéramos pensado. De hecho nos cogió totalmente desprevenidos la situación hasta el punto de que once personas que habíamos allí no pudimos detener a una persona, que incluso es de estatura pequeña, porque se volvió loco y daba puñaladas a todo el que se acercaba.

-¿Usted tuvo que volver a emigrar después de lo sucedido?

-Quince días después de la muerte de mi hermano tuve que irme de nuevo a Francia, a buscar el pan de mi casa y a pesar de que me dejaba la vida separándome de su familia. Allí no podía quitarme a mi angelito de la cabeza e incluso en algún momento me descubrí llamándolo a su móvil como si no supera donde estaba él.

-La vida es complicada sin Jaime pero, ¿qué es lo más duro día a día?

-Todo es complicado porque todo recuerda a quien era la alegría de nuestra casa. Pasó fin de año y recordé cuando me pedía que lo sustituyera de camarero para poder salir con su novia, ahora en los carnavales recuerdo como me dijo que este año no me escapaba de irme a Cádiz con él y mil cosas más. Pero lo que se nos está haciendo más duro a la familia es que tenemos que encontrarnos a diario, en el pueblo, con quien consideramos que lo provocó todo, su mujer, e incluso estamos teniendo que aguantar críticas de su familia como si nosotros fuéramos los criminales.

-Ahora toca ir a Francia a reconstruir los hechos, ¿cómo vivís esa situación?

-Nos está tocando revivir todo lo que sufrimos y eso duele, pero al mismo tiempo estamos ilusionados porque se haga justicia con quien cometió este crimen y con quien no hizo nada por evitarlo e incluso lo propició. Siete personas, entre ellos hay cuatro heridos, tenemos que ir a contar lo que vivimos ante la justicia francesa. Es duro tener que revivirlo y entiendo que lo más duro será enfrentarse al careo que tengo que tener con quien mató a mi hermano. De todos modos, voy tranquilo y con fuerzas para contar en su cara lo que sucedió y enfrentarme a sus mentiras, ya que ahora trata de decir que actuó en defensa propia.

-¿Cómo vais a costear los gastos del viaje?

-Nosotros somos jornaleros y calculamos que vamos a necesitar seis o siete mil euros para el viaje y quedarnos todos allí durante toda la semana, ya que tenemos que testificar, participar en los careos y en la reconstrucción y todo en días diferentes. Podremos ir gracias a la ayuda del pueblo de Alcalá que constituyeron una plataforma para ayudarnos pero resulta indignante que tengamos que pagar un dinero que no tenemos para poder pedir que se haga justicia.