
«Mientras me apuñalaba se le salían los ojos de las órbitas y pude ver la cara de un asesino»
Francisco Márquez, hermano del joven temporero asesinado en Francia el pasado verano, parte mañana de Alcalá del Valle al país vecino, junto a otros seis testigos, para prestar declaración y colaborar en la reconstrucción de los hechos
ALCALÁ DEL VALLE Actualizado: GuardarArropado por la familia y en una casa que sigue siendo un ir y venir de vecinos casi ocho meses después de la muerte de Jaime. Francisco Márquez Álvarez, hermano del joven asesinado en Saint Guilles (Francia), recuerda lo sucedido el 23 de julio de 2010 cuando Jaime fue asesinado tras una discusión motivada por el robo de dos consolas de videojuegos y él, además de otras tres personas, también fue apuñalado. Mañana tendrá que viajar a Francia junto a seis testigos del suceso para prestar declaración, aunque el juicio aún no tiene fecha.
-¿Cómo recuerda el fatídico día del suceso?
-Es algo horroroso y que no me puedo quitar de la cabeza a cada segundo. Todo comenzó con la desaparición de una Play Station y una PSP pero aunque nosotros sabíamos que la tenía el que finalmente nos apuñaló, decidimos pasar del tema y dejarlo. Yo llegué a proponer que la pagáramos entre todos y olvidáramos el asunto. Pero por la noche, cuando estaba acostado, volví a escuchar voces y al salir de mi cuarto traté de que el agresor y su mujer se fueran para su habitación y mi hermano hiciera lo mismo. Al ir para la habitación, mi hermano Jaime me alertó de que el agresor había sacado algo del bolsillo y cuando lo miré noté que me había pinchado, me puse a gritar que me había pinchado y él se ensañó con mi hermano y con todo el que trató de ayudarnos.
-¿Cómo quedó grabada esa escena en su memoria?
-Recuerdo que mientras me apuñalaba tenía los ojos que se le salían de las órbitas y pude ver la cara que se les pone a los asesinos. Era algo espeluznante. Mi hermano, angelito mío, se llevó la peor parte y él se ensañó dándole puñaladas, muy bien dadas, porque ese tenía claro dónde darnos para matarnos, que es lo que quería. De hecho, después de todo lo sucedido, nos dijo que tenía que volver a por nosotros a matarnos.
-¿Jaime murió en el momento?
-Nosotros entendemos que la primera puñalada que le dio, aunque después se ensañara, ya le había provocado la muerte. Sus últimos esfuerzos fueron para encerrarse en la habitación desde donde tuvieron que sacarlo por la ventana para evitar encontrarse con el agresor que estaba apuñalando a todo el que se ponía en su paso. El trayecto hasta el pueblo, con siete personas en un coche, cuatro de ellos heridos, y en el otro coche mi cuñado con mi hermano que, el pobre ya iba muerto. Y él y la mujer tuvieron la cara dura de venirse tras nosotros, como si fueran dos víctimas más, aunque antes fueron a deshacerse del arma del crimen y autolesionarse.
-¿La mujer del agresor presenció los hechos?
-Sí, ella estuvo presente en todo momento y yo le decía que hiciera algo pero nada. Ella fue quien lo provocó todo, según creemos todos los que estábamos allí, porque estuvo calentando al marido para que la defendiera porque le estábamos diciendo que ellos nos habían robado la consola.
-¿Y trató de evitar el enfrentamiento o les prestó auxilio?
-En ningún momento. Yo le pedía que lo evitara pero ella estaba como si estuviera viendo una película. Es más, después de la agresión ambos se rieron en nuestra cara mientras nosotros buscábamos cómo tratar de salvar a Jaime y a otros heridos, como su novia Rocío, que también tuvo heridas graves. Fueron algunos franceses los que, en la plaza del pueblo, nos prestaron toda la ayuda. Allí, aparecieron el agresor y su mujer y fue entonces cuando ella empezó a pedir ayuda, pero para su marido, que decía que estaba herido.
-¿Sus heridas se produjeron en la casa?
-Él salió de la casa sin nada, aunque ahora dice que recibió cinco puñaladas. Y de hecho la policía no ha encontrado ni una gota de sangre suya en la casa mientras que de la nuestra la había por todos los rincones. Se fue en el coche antes que nosotros, conduciendo él, y llegó a la plaza detrás nuestra, sin la navaja, conduciendo la mujer y con unas heridas que no llevaba al montarse en el coche. Heridas que entendemos, tal y como nos dijo la policía, que se las había hecho él aunque, casualmente, fueron menos contundentes que las de Jaime y todos nosotros.
-Fueron a buscar un jornal y Jaime encontró la muerte, ¿cómo vive uno estas circunstancias?
-Nos quedaba una semana para volvernos y después del robo y ver cómo se puso la cosa incluso pensábamos venirnos el lunes siguiente a lo sucedido, que fue el viernes. La verdad es que si llegamos a saber antes todos los antecedentes de robos y agresiones que tenía quien mató a mi hermano, nos hubiéramos comido las piedras del río antes de irnos a vivir con él.
-¿Fue mala la convivencia previa con el agresor?
-Allí todos éramos una piña, excepto su mujer y él. No teníamos problemas con ellos pero eran gente rara. Nosotros tratábamos de compartir, ver los partidos del mundial juntos e integrarlos en la familia que habíamos construido allí pero era imposible. Ellos iban a lo suyo e incluso alguna vez vimos entrar a la casa por la ventana al asesino, por tal de evitar el trato con nosotros y no saludarnos.
-¿Pero hacía prever este trato que podía pasar algo como lo que pasó?
-Para nada, jamás lo hubiéramos pensado. De hecho, nos cogió totalmente desprevenidos la situación hasta el punto de que once personas que estábamos allí no pudimos detener a una persona, que incluso es de estatura pequeña, porque se volvió loco y daba puñaladas a todo el que se acercaba.
-¿Qué es lo más duro del día a día?
-Todo es complicado porque todo recuerda a quien era la alegría de nuestra casa. Pero lo que se nos está haciendo más duro a la familia es que tenemos que encontrarnos a diario, en el pueblo, con quien consideramos que lo provocó todo, su mujer, e incluso estamos teniendo que aguantar críticas de su familia como si nosotros fuéramos los criminales.
-Ahora toca ir a Francia a reconstruir los hechos, ¿cómo viven esta circunstancia?
-Nos está tocando revivirlo todo pero estamos ilusionados porque se haga justicia con quien cometió este crimen y con quien no hizo nada por evitarlo e incluso lo propició. Siete personas, entre ellos hay cuatro heridos, tenemos que ir a contar lo que vivimos ante la justicia francesa. Es duro tener que revivirlo y entiendo que lo más duro será enfrentarse al careo que tengo que tener con quien mató a mi hermano. De todos modos, voy tranquilo y con fuerzas para contar en su cara lo que sucedió y enfrentarme a sus mentiras, ya que ahora trata de decir que actuó en defensa propia.
-¿Cómo van a hacerlo para costear los gastos de este viaje?
-Nosotros somos jornaleros y calculamos que vamos a necesitar seis o siete mil euros para el viaje y quedarnos todos allí durante toda la semana, ya que tenemos que testificar, participar en los careos y en la reconstrucción, y todo en días diferentes. Podremos ir gracias a la ayuda del pueblo de Alcalá, que constituyeron una plataforma para ayudarnos, pero resulta indignante que tengamos que pagar un dinero que no tenemos para poder pedir que se haga justicia.