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La OTAN mete miedo a Gadafi
Despliega aviones espía para vigilar Libia y amenaza con una intervención si siguen los ataques a civiles
BRUSELAS. Actualizado: GuardarLa OTAN parece decidida a intentar meterle el miedo en el cuerpo a Muamar Gadafi. Pese a que hasta ahora se había mantenido en un discreto segundo plano, la Alianza empieza a hablar con menos rodeos de una posible intervención militar. Ayer, el secretario general de la organización, Anders Fogh Rasmussen, recordó que el foro no está concebido sólo para el debate y lanzó una contundente advertencia al régimen libio. «Si continúan atacando sistemáticamente a la población, la comunidad internacional no se quedará de brazos cruzados», proclamó.
La OTAN demostró apenas unas horas después que Gadafi puede estar jugando con fuego. El embajador de EE UU en la Alianza, Ivo Daalder, anunció que aviones espía Awacs vigilarán las 24 horas el territorio libio, en una operación que permitirá conocer al detalle lo que ocurre en el país en todo momento. La organización militar cuenta con 17 aparatos de este tipo en la base germana de Geilenkirchen.
Aunque Rasmussen es conocido por una templanza proverbial, su comparecencia tuvo otro cariz. De entrada, el exprimer ministro danés subrayó en su discurso introductorio que los ataques a civiles podían constituir «crímenes contra la Humanidad». A renglón seguido, recordó que la OTAN es una organización militar cuyo «trabajo es llevar a cabo una planificación prudente ante cualquier eventualidad». Y para rematar anticipó que si la ONU decidiera intervenir en Libia la Alianza «asumiría su papel».
Rasmussen no pudo ser más claro. La OTAN ha optado por cambiar de registro en el conflicto del país norteafricano. Si desde el inicio de la violencia había evitado ofrecer una imagen desafiante, la Alianza ha decidido ahora ponerse enfrente de Gadafi. «Se trata de una crisis humanitaria en el umbral de nuestra puerta», constató el secretario general, que calificó de «atroces» las violaciones de los derechos humanos.
Las advertencias del exprimer ministro danés, sin embargo, no se quedaron en el ámbito de las declaraciones más repetidas desde que estalló la revuelta. Al igual que Barack Obama horas después, Rasmussen se dirigió a Gadafi y su guardia pretoriana. «Si los ataques sistemáticos contra los civiles prosiguen pueden constituir crímenes contra la Humanidad. Entonces, mucha gente en el mundo puede estar tentada de hacer algo para prevenir las masacres», alertó en referencia a una intervención exterior.
Pese al nítido mensaje de Rasmussen, la OTAN tendría que despejar muchas incógnitas antes de desembarcar al otro lado del Mediterráneo. La primera, como subrayó el secretario general, sería que el Consejo de Seguridad se pusiera de acuerdo. Tanto Rusia como China, que respaldaron las sanciones impuestas al régimen libio, parece difícil que rompan con su política de no injerencia y avalen un despliegue militar.
La lección de Irak
El segundo gran inconveniente es la pesada losa de Irak. Con el recuerdo todavía reciente de la feroz oposición a las fuerzas extranjeras en el país pérsico y el frente afgano abierto, nadie quiere oír hablar de una intervención sin un amplio consenso internacional. En este caso, el respaldo de la Liga Árabe y la Unión Africana resultan esenciales. Rasmussen reconoció que ha iniciado contactos con ambas organizaciones para ir analizando paso a paso los distintos escenarios.
El secretario general de la Alianza, consciente de las susceptibilidades ante la opción militar, aludió al «dilema» de la comunidad internacional. «Por un lado está la voluntad de acabar con el baño de sangre, pero por otro hay que tener cuidado con la sensibilidad de una operación exterior», indicó en un entrevista con el canal France 24 tras su comparecencia en Bruselas.
La encrucijada a la que ha llegado la Alianza, a la que habría que sumar las dudas de la opinión pública occidental sobre otra intervención armada, señala hacia varios pasos intermedios antes de un despliegue. Según fuentes diplomáticas, las medidas que podrían tomarse a corto plazo son la imposición de una zona de exclusión aérea y un bloqueo naval para impedir la entrada de armas. Estas posibilidades se analizarán el jueves y el viernes en una cumbre de los 28 ministros de Defensa en la sede de la OTAN.