Ruiz Navarro, en la Facultad de Empresariales, donde dirige la Cátedra de Emprendedores. :: MIGUEL GÓMEZ
José Ruiz Navarro | Catedrático de Organización de Empresas

«La crisis es el momento de los emprendedores»

El responsable de la Cátedra de Emprendedores de la UCA anima a los empresarios a «ver esta situación como una oportunidad»

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Es la pescadilla que se muerde la cola: nadie se atreve a moverse hasta que no pase la crisis, y la crisis no pasa porque nadie se atreve a moverse. Aunque pueda parecer absurdo, las épocas de recesión también tienen sus ventajas, sobre todo para las mentes inquietas y los espíritus valientes. José Ruiz Navarro, catedrático de Organización de Empresas y responsable de la Cátedra de Emprendedores de la UCA, ofrece algunas claves para afrontar la situación «si no con optimismo, al menos con racionalidad».

-Empecemos con un supuesto. Imagine que soy un tipo joven, que tiene lo que a primera vista parece una buena idea y algunos recursos, no muchos, pero los suficientes como para arrancar una empresa. Tal y como están las cosas, ¿me aconsejaría que me lanzara, o me recomendaría que esperase a que amainara la tormenta?

-Si tienes una idea y tienes los recursos, no deberías esperar a que venga alguien y te la quite. Hay que convertir la idea en oportunidad lo antes posible. Precisamente es en tiempos de crisis cuando hay que posicionar a las nuevas empresas. La crisis es un buen momento para los emprendedores.

-¿Por?

-Porque precisamente es en tiempos de crisis cuando las empresas consolidadas pierden mercado, se produce una remodelación del mundo competitivo, y eso permite que se abran huecos. El problema es encontrar recursos, pero no debemos olvidar que el principal recurso de un emprendedor es su visión de la oportunidad.

-¿Y piensa que lo permitirán las 'vacas sagradas'?

-Las grandes empresas, que funcionan en sectores muy consolidados, siempre tienen el viento a favor en las etapas de crecimiento económico, pueden invertir más en publicidad, patentes e investigación, y crean lo que llamamos 'barreras de entrada'. Pero en momentos de crisis, algunas de esas barreras caen, sobre todo en campos novedosos. Es posible que, incluso, las grandes corporaciones se hayan equivocado porque planificaran todas sus estrategias contando con un clima positivo, y luego no han sabido reaccionar. Quien ve el hueco y es capaz de competir con sus propias herramientas, puede posicionarse con éxito.

-La crisis es un hecho objetivo, sólo hay que mirar las estadísticas. Sin embargo, muchos teóricos apuntan a que es el estado de decaimiento o pesimismo general el que está haciendo más daño. ¿Qué tienen que cambiar primero para que podamos salir del túnel, los números o las sensaciones? ¿Quién tirará de quién?

-Keynes ya dijo que somos espíritus animales. La misma irracionalidad que, en épocas boyantes hipotecó a muchas personas hasta las cejas, es la que puede lastrarnos en la recuperación. Es irracional pensar que la crisis va a durar siempre, y por ello es inútil esforzarse. No es un pozo sin fin. No podemos sentarnos a esperar que se acabe. Lo inteligente es moverse. Ni optimismo ni pesimismo: análisis, razonamiento y voluntad. Y la razón nos dice que, si es necesario, toca imaginar, redefinir o reinventar.

-Siguiendo con su línea de pensamiento positivo, además de para que se abran los mercados a los nuevos empresarios, ¿las crisis sirven para algo más?

-Para generar nuevas oportunidades, por ejemplo véase el caso de Legálitas. Y -algo más en abstracto- las crisis obligan a forzar la imaginación, a replantearse las cosas. La necesidad invita al cambio. Hay quien tenía una empresa con la que iba más o menos tirando, o que estaba en decadencia, o que presentaba un producto que andaba de capa caída, y gracias a la crisis se ha visto obligado a buscar nuevos mercados, a fortalecer determinadas cualidades, y acaba saliendo de la crisis mejor de lo que entró.

Más energía

-Usted está en permanente contacto con los jóvenes que aspiran a convertirse en empresarios. ¿Desconfían ahora del sistema más que antes?

-Depende. El otro día ocurrió una cosa en clase que resume bastante bien la respuesta. Hay alumnos rusos, de otros países de Europa e iberoamericanos. Los rusos y los latinoamericanos decían que los españoles y europeos son muy conformistas, que en sus países la gente mostraba más energía, lo cual se ve reflejado en el crecimiento de sus economías... Aquí hay cierta desconfianza en nuestras propias posibilidades. Si tomamos como ejemplo Estados Unidos, hay universidades en las que un 40% de los estudiantes están pensando en crear su propia empresa. En Andalucía estamos en torno al 5%. No es una cifra baladí, supone más de mil al año, pero debemos aumentarla. Aún así, pensando en positivo, hace unos años lo de 'emprender' sonaba a chino. Hoy, al menos, se contempla como una opción factible.

-¿Qué condiciones debería cumplir mi supuesta idea empresarial para triunfar?

-Usted debería tener en cuenta cuatro grandes principios. El primero es que hay que sentir una pasión intensa por el tema, estar muy motivado. El segundo es que su interés sea compartido, asegurarse de que hay clientes. El tercero: hay que saber desarrollar el proyecto. El cuarto y último: no desistir ante el fracaso. El emprendedor es un corredor de fondo. Debe resistir y aprender de los errores.

-Continuemos con el supuesto. ¿A qué sectores me convendría estar atento?

-En general, en Cádiz, hay futuro en los servicios turísticos, las energías renovables, los recursos marinos, los parques naturales, las salinas... Lo que se vienen denominado 'empresas verdes'. Nuestra historia, a veces, es un valor dormido. Se necesita mirar con otros ojos, ver a qué se le puede añadir valor.

-A nivel psicológico, ¿qué le diría a la sociedad gaditana para que tenga esperanza?

-Que podemos. Que tenemos que recuperar la confianza en nosotros mismos y no esperar a que nos salven de fuera. Que podemos levantar otra vez esta tierra, porque en el pasado ya lo hicimos. Cádiz fue grande cuando fue valiente, y dejó de quejarse y mirarse el ombligo. Cuando se atrevió a iniciar proyectos hasta en ultramar. A veces se nos olvida nuestro espíritu liberal, entendido como una actitud tolerante al cambio, a la aventura, que nos hizo vivir nuestro gran momento de esplendor. Que dejemos de lado el conformismo. Que nos atrevamos a emprender.