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El tránsfuga existe

Nunca llegarán a nada en política pero su condición de estorbo para la normalidad es más que notoria

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Tiernas almas cándidas, (en el PP y en el PSOE), se agitan como novicias asustadas por un ratón en la cocina. Pobres, ¡qué susto tan de sopetón! Si no fuera porque hoy es Día de Inocentes sería como para pensar que nos han vuelto a pegar el muñeco de papel en la espalda. Tanto unos como otros se escandalizan por la abundancia de tránsfugas en las listas, (ajenas). El tránsfuga en las listas propias no es tal, se trata de un ciudadano que ha visto la luz y ha cambiado oportunamente el sentido de su acta lograda bajo siglas muy distintas a las intenciones que han prometido defender.

Entre las múltiples comisiones que existen en España, (muchas de ellas con un objeto indefinido), la más surrealista es la que vigila el seguimiento del pacto antitransfuguismo. Es igual de útil que una caja de polvorones en el desierto. Y, a pesar de lo prescindible de su condición, los políticos acuden a ella con renovado entusiasmo. Treinta años de democracia y nos la siguen dando con queso; luego dirán que las encuestas que les sitúan como un problema no van con ellos y que el malo de la película siempre es el otro. En otra 'película', en 'Casablanca', el capitán Louis Reanult mandaba cerrar el bar de 'Rick´s' exclamando: «¡qué escándalo, en esta casa se juega!», (mientras recibía un sobre con sus ganancias). El papel del capitán Renault se lo reparten a pachas Esteban González Pons y Antonio Hernando, ambos se han escandalizado de la cantidad de tránsfugas que tiene el otro.

El ladino candidato que cambia de acera es tan viejo como la democracia. Lejos de haber legislado contra ellos todos se han beneficiado de las ventajas que tiene un soldado cuando se pasa a la trinchera del enemigo, no solo lleva información privilegiada si no que también eleva la moral de las tropas propias y provoca un agujero en la moral de las huestes ajenas. Si entendemos la política como un juego de ajedrez, el tránsfuga es ese peón que se inmola para abrir el hueco por el que atacar a figuras de mayor tamaño.

Estos 'Vellidos Dolfos' son capaces de atravesar la espalda de don Sancho. En el 'Romancero' se dice: «cuatro traiciones ha hecho/ y con esta serán cinco». La realidad nos dice que bien pudieran ser seis, o siete, cuando uno está en racha no hay que dejar el juego. Nunca llegarán a nada en política pero su condición de estorbo para la normalidad es más que notoria. Todos ellos, alcaldes o concejales que han cambiado de bando, celebran este Día de Inocentes con la naturalidad del que no quiere la cosa. Y, tal vez, algo asombrados del revuelo que han causado. Su final siempre es de aluminosis aguda porque cuando se tiene la cara de cemento puede darse ese aspecto. Nada turba su descanso en sus sepulcros blanqueados.