Gonzalo y su esposa pasan el día protestando a las puertas del Ayuntamiento vallense. :: A. DORMIDO
Sierra

«La relación con mis vecinos me está quitando la vida»

Un vecino de San José del Valle, de 76 años, lleva ocho días en huelga de hambre para pedir al Ayuntamiento que le ayude a «vivir tranquilo»

SAN JOSÉ DEL VALLE. Actualizado: Guardar
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La relación entre vecinos ha sido el eje central de conocidas series de televisión y a menudo es protagonista de bromas, chascarrillos o chistes. No obstante, para muchas personas vivir en comunidad llega a convertirse en algo muy desagradable hasta el punto de llegar a definir su vida como un auténtico infierno.

Un vecino de San José del Valle, aunque natural de Jimena, se encuentra inmerso en una situación de este tipo desde hace seis años. Gonzalo Pérez ha llegado a un punto tal de desesperación, debido a su relación con aquellos que viven al otro lado de las paredes de su casa, que ha decidido ponerse en huelga de hambre para llamar la atención y que alguien le ayude.

El pasado día 1, Gonzalo abandonó su casa de la Avenida de Alcalá y se instaló a las puertas del Consistorio. Él asegura que su vecino le hace la vida imposible y por ello ha decidido no comer nada hasta que «el Ayuntamiento tome cartas en el asunto». «Estoy dispuesto a morir de hambre, si es necesario, porque de todos modos me están quitando la vida», destaca.

Sus problemas comenzaron poco después de llegar al Valle. Allí buscaba la tranquilidad que asegura que la edad le pedía y encontró un infierno. Un muro se encuentra en el origen de estos problemas que a día de hoy parecen insalvables. Gonzalo asegura que su vecino levantó una tapia junto a su casa «tapándome la ventana de la cocina y el calentador de agua, por lo que llevo dos años sin agua caliente».

La legalidad de las construcciones también se encuentra en el trasfondo del conflicto ya que Gonzalo asegura que la casa de su vecino «no es legal como la mía y sin embargo soy yo el que me estoy viendo perjudicado». Él ha interpuesto numerosas denuncias que no han llegado a prosperar por falta de pruebas pero asegura que ha sufrido numerosos ataques en sus propiedades como «pinchazos en la ruedas del coche o sabotajes en las tuberías».