El joven, de 24 años, esta mañana en San Fernando. | C. Ch.
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Prisión sin fianza para el detenido por la muerte del funcionario de San Fernando

El joven, de 24 años, ha entrado a declarar a las 13.40 horas por la puerta trasera del Palacio de Justicia de San Fernando

SAN FERNANDO. Actualizado: Guardar
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La titular del Juzgado de Instrucción número 3 de San Fernando ha decretado prisión sin fianza para el detenido por la muerte del funcionario Manuel Pereira, según han informado fuentes cercanas a la investigación.

Pasadas la una y media de la tarde, el joven de 24 años y natural de Tarragona entró por la puerta trasera del palacio de Justicia de San Fernando a declarar tapándose la cara y escuchando gritos de "sinvergüenza".

Allí permaneció tres cuartos de hora declarando ante la jueza y más tarde salió esposado.

La abogada de oficio del acusado declinó hacer ningún tipo de declaración, ya que el caso está bajo secreto de sumario.

Según las mismas fuentes, el joven ya había confesado en las dependencias de la Comisaría Nacional el crimen y ahora resta saber los motivos que le llevaron a acabar con la vida del funcionario.


Cerrar el caso sin que nada se olvide. Ése es el objetivo de la Policía Nacional que ayer continuó con las diligencias de la investigación por la muerte del funcionario del Ayuntamiento de San Fernando. Motivo por el que pasaron, por la Comisaría de la Policía Nacional, diferentes testigos de lo sucedido que contaron su versión de los hechos, con la intención de determinar la secuencia completa del suceso. Unos testimonios que sirvieron a los agentes para contrastar la versión del joven de 24 años acusado del asesinato y que, según han confirmado diferentes fuentes, ya ha reconocido ser el autor material del crimen.

Al parecer, un malentendido entre los dos hombres fue el detonante de la riña en el interior de la vivienda -del bloque 55 de la calle García de la Herrán-, lugar en el que se citaron esa misma mañana a través de Internet. La discusión acabó, presuntamente, con el macabro asesinato del empleado municipal y una persecución por las calles de San Fernando que despertó el temor ciudadano, al tener en la mano, supuestamente, el arma homicida y estar manchado de sangre. Aunque la Policía ya cuenta con suficientes pruebas sólidas, ha preferido esperar a hoy para que el detenido pase a disposición judicial. Finalmente se decidió agotar el plazo de las 72 horas, que la Ley establece para mantener retenida a una persona, con el fin de recabar la máxima información posible. Si el domingo eran los investigadores los que realizaban una nueva inspección ocular, tanto en el domicilio de la víctima como en el hostal donde se alojaba su presunto agresor, ayer finalizaron las pesquisas con la toma de declaraciones a vecinos y testigos.

Una treintena de puñaladas

El estudio pormenorizado del cadáver se debe a la necesidad de esclarecer si hubo o no ensañamiento y, si por tanto, se podrá hablar de homicidio o de asesinato. Según los datos que han trascendido, Manuel Pereira recibió una treintena de puñaladas provocadas por un arma blanca, una navaja de pequeño tamaño.

Según ha podido saber este medio, de las 30 puñaladas, dos de ellas fueron en el cuello, y éstas aparecen como la causa probable del fallecimiento del funcionario de 46 años. Múltiples cuchilladas que explican la cantidad de sangre que se encontró en el piso y que llegó a rebasar la puerta del domicilio, debido a que toda la disputa se produjo en la entrada. El móvil del robo se descartó casi de inmediato por los agentes tras las primeras averiguaciones, si bien los familiares de la víctima han repasado sus pertenencias por si faltaba algo. La crudeza del crimen tampoco apoyaba esta teoría, por lo que los agentes se fijaban más a que la muerte se podría haber producido por otras circunstancias. El joven, de 24 años, que permanece en los calabozos de San Fernando, llegó desde Tarragona hace unos días para instalarse en la localidad isleña con la intención de comenzar una nueva vida. Por ello, vino a San Fernando, lugar que conocía al haber ejercido como soldado profesional, y se instaló en un hostal ubicado en la zona conocida como la Glorieta. Una de las primeras cosas que hizo, nada más llegar a la localidad, fue comprar una pequeña navaja con la que sentirse más seguro, la misma que utilizó -según fuentes policiales- para acabar con la vida del funcionario isleño.