CÁDIZ

La ciudad de los cuellos estirados

Más de 190.000 gaditanos se congregan en la playa de la Victoria para disfrutar con las acrobacias del III Festival Áereo

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Mediodía de domingo en la playa de La Victoria. En un postrero festivo de verano se presupone que la atención se centra en el chiringuito y en la parcela de arena susceptible de ser colonizada. Pero ayer no era un domingo cualquiera. Era el de los aviones, el de un evento que se ha impuesto como cita clásica y ritual turístico de masas en solo tres años. Fuera de la sombrilla y la toalla, era el día de estirar el cuello, levantar la vista al cielo. No importaba hacerlo durante el chapuzón, de paseo por la orilla o con el codo cerca de una barra. Lo importante era no perder de vista al cielo, porque el espectáculo estaba allí con el III Festival Aéreo.

No hubo ni siquiera que preocuparse por buscar un hueco en el que disfrutar de la exhibición. Las mareas especialmente bajas y la menor afluencia hizo que no hubiera que pelearse por encontrar un sitio. También fueron menores los atascos. El público, algo menos, también ha aprendido a escalonarse, anticiparse y usar el transporte colectivo. Según el Ayuntamiento, fueron 190.000 personas (frente a las 260.000 del año anterior) las que pudieron disfrutar sin agobios de una exhibición que estuvo acompañada de gran estabilidad climatológica.

Un salvamento en directo con puntualidad militar –el Festival arrancó a las 12. 02, según anunció el ‘speaker’– arrancó las primeras ovaciones. Pero fue la Patrulla Acrobática Papea la encargada de levantar al público. El Levante moderado respetó a los paracaidistas, que hicieron una caída limpia con las enseñas nacional, autonómica y local para deleite de los presentes. El respetable gaditano y el visitante predispuesto ya estaban en el bolsillo. A disfrutar.

Cámaras de fotos equipadas con teleobjetivos e incluso prismáticos. Aunque tampoco fueron necesarios para apreciar de cerca las aeronaves. Los cinco Yakovlev-52 se despidieron de los gaditanos con una pasada muy cercana al mar. Antes ya habían realizado todo tipo de piruetas de esas de las encogen el corazón y excitan a los más pequeños de la arena.

Aunque para pasada cercana la del impresionante Canadair con su amerizaje y posterior descargue de agua en forma de frescor para los bañistas. El reloj avanzaba y llegó el turno de uno de los más esperados: el Harrier estremeció miradas y oídos con sus piruetas y su atronador acercamiento al mar.

La Patrulla Aspa de helicópteros (novedad en esta edición) puso fin al Festival al filo de las 14.15 horas. Los gaditanos se quedaron con ganas de más, tras la destacada ausencia de la Patrulla Águila y sus espectaculares surcos en el cielo. Ante el vacío, buena fue la visita al bar. Para ese entonces era imposible encontrar un hueco. Lleno total.