La nueva vieja estrategia en Afganistán
COMANDANTE DE CABALLERÍA, ABOGADO Y ECONOMISTA Actualizado: GuardarAyer murieron asesinados a manos de un afgano un capitán y un alférez de la Guardia Civil que instruían a las fuerzas policiales afganas en Qala-e-now, en la provincia de Badghis, Afganistán. Los talibán se han atribuido su autoría. Una vez más, la Guardia Civil sufre en sus propias carnes el dolor que produce la perdida de dos de sus miembros en acto de servicio. Afganistán se está convirtiendo en el mayor quebradero de cabeza de los países aliados en Asia, porque los resultados de la nueva estrategia en Afganistán no están dando los resultados que se esperaban, quien los esperase.
Efectivamente, Barak Obama anunció en diciembre pasado en la academia militar de West Point, la nueva estrategia para Afganistán. Sin perjuicio del acierto o no de la misma, lo primero que puede sorprender a primera vista es el lugar elegido para hacerla publica: West Point. Sin embargo, en la sociedad norteamericana, ello no resulta extraño. Todos los presidentes de los EE UU giran pronta visita oficial a la prestigiosa academia militar, y dejan estampada su firma en una placa recordatoria sobre el primer banco a la derecha de la Cadet Chapel. ¡Qué diferencia con España en la que a lo largo de 35 años, ningún presidente de gobierno ha visitado alguna de nuestras academias militares!
La nueva estrategia de Obama en Afganistán se puede resumir en esta posiblemente contradictoria frase: «es de nuestro interés nacional enviar 30.000 tropas más a Afganistán. Después de 18 meses, nuestras tropas empezarán a volver a casa». Es decir, más soldados y pronta vuelta a casa. Lo de más soldados, lo llevaba pidiendo Bush desde hacia tiempo con escaso éxito. De hecho, en la cumbre de la OTAN celebrada en Sevilla en febrero de 2007, donde se pedía un incremento de soldados en Afganistán, nuestro gobierno rechazó tal posibilidad. El entonces ministro de defensa, José Antonio Alonso, declaró que «el grado de implicación actual -con 690 efectivos destacados en la zona oeste-, se corresponde con los compromisos asumidos por el Ejecutivo».
Con Obama todo es distinto. Zapatero leyó en el discurso de Obama, lo que éste no había dicho: «reconciliación, empleo, progreso, un desarrollo mucho más intenso en infraestructuras». Por supuesto que Zapatero no le negó a Obama lo que antes le había negado a Bush: incremento de la participación española en Afganistán. Obama dejó claro que «como Presidente, desechaba fijar objetivos que van más allá de. nuestros intereses», y por supuesto, terminó su discurso a los cadetes con un grandilocuente y poco laicista «Dios los bendiga, que Dios bendiga a Estados Unidos de Norteamérica».
La nueva estrategia es pues, parte de la vieja: intereses norteamericanos e incremento de tropas, añadiendo la 'afganizacion' de Afganistán, y además, y contradictoriamente, abriendo las puertas a lo que se ha denominado 'Exit Strategy', o estrategia de salida, sin determinar necesariamente fechas exactas, aunque Obama señaló en su discurso (¿imprudentemente?) el plazo de dieciocho meses, que a todas luces resulta insuficiente.
A todo esto, el presidente Karzai no termina de ser algo más que el alcalde de Kabul, los jefes locales siguen imponiendo su ley, Kandahar sigue siendo un bastión inexpugnable de los talibán, los afganos no terminan de ver las ventajas de la ocupación extranjera, las patrullas de reconocimiento obsesionadas con su autoprotección producen rechazo en la población local. Las fuerzas aliadas no terminan de imponerse y los países de la coalición empiezan a dar síntomas del denominado «agotamiento del donante». A partir de 2011, según dicen, se va a proceder a una reducción progresiva de soldados. Lo han hecho ya Canadá, Holanda y, recientemente, Alemania. Ante esta situación, los talibán no tienen mas que esperar a que la salida sea efectiva para alzarse con el poder nuevamente y tirar por la borda años de esfuerzo, sacrificio y miles de vidas humanas. ¿Es ésta una estrategia acertada? La realidad proyecta una sombra de duda, cada día mas espesa, sobre la situación de Afganistán. Demasiada palabrería, demasiadas ambigüedades, demasiadas contradicciones. No se termina de vencer a los talibán. No se observa estrategia de victoria, sino de minimización de bajas, cosas bien distintas, y no necesariamente compatibles.
Ciertamente, la estrategia sobre Afganistán no esta a la altura de los soldados que participan en ella, y en concreto de los nuestros, que en todo momento han dado lo mejor de ellos para dejar a España en un lugar preferente. Los últimos, el capitán José María Galera Córdoba, y el alférez Leoncio Bravo Picayo. Descansen en Paz.