Perejil, Aminatu y los pescadores
Los contactos entre el Rey y Mohamed VI son continuos pero discretos cada vez que surge un incidente
MADRID. Actualizado: GuardarEl rey Mohamed VI celebró hace dos semanas el undécimo aniversario de su coronación y como es habitual, recibió la felicitación de Don Juan Carlos «para el pueblo hermano marroquí». En mayo, tras la operación del Rey, su homólogo tardó minutos en desearle una «pronta recuperación y larga vida». La sintonía de estas misivas parece reflejar las fluidas relaciones entre ambas monarquías, cuyo punto de partida se encuentra en Hassan II, padre de Mohamed VI.
Pero como es común a los hermanos que se quieren, también existen recelos mutuos e intereses personales que muchas veces vician las relaciones. La primera piedra de toque con Mohamed VI no tardó en llegar. El final del acuerdo pesquero entre Rabat y la UE, en diciembre de 1999, provocó la salida de los caladeros marroquíes de medio millar de barcos españoles. Durante año y medio se negoció la renovación al más alto nivel, pero en abril de 2001 las conversaciones fracasaron. Aznar advirtió de que esa ruptura tendría consecuencias diplomáticas, que se agravaron con el incidente militar de Perejil, en julio de 2002.
Los países retiraron a sus embajadores en la peor crisis desde la Marcha Verde, la estrategia militar que permitió a Rabat recuperar el Sahara Español a finales de 1975. Durante los días siguientes al incidente la tensión se cortaba. Fue casi un mes. Estados Unidos intervino para reanudar las conversaciones entre los Gobiernos. También los monarcas se telefoneaban para poner paños fríos a la crisis diplomática.
Pese a todo, Aznar no habló con el rey alauí en año y medio, hasta que la catástrofe del 'Prestige', en noviembre de 2002, reactivó el teléfono de la Moncloa. El rey Mohamed comunicó a Don Juan Carlos que los pescaderos afectados podían acudir a sus caladeros, en un gesto solidario, según José María Aznar.
Ya con Zapatero, otro incidente marcó el final de su primera legislatura, en noviembre de 2007. La visita de los Reyes a Ceuta y Melilla provocó las iras de los más arduos defensores de la africanidad de estos enclaves. Y el rey Mohamed, lejos de ahuyentar los fantasmas, intervino para alentar el patriotismo nacional. El viaje de Zapatero a Rabat en julio de 2008 volvió a calmar las aguas y redirigir las relaciones, pero el 'caso Aminatu Haidar', la activista saharaui retenida en Canarias porque Marruecos impedía su entrada, obligó de nuevo al Rey a intervenir.