«Debemos defender la fiesta con la muleta y la espada»
El torero jerezano aboga por crear espectáculo y «no ponernos a la altura de los que quieren prohibir» las corridas Juan José Padilla Matador de toros
CÁDIZ. Actualizado: GuardarDesde que tomara la alternativa en 1994, Juan José Padilla ha fraguado su carrera a golpe de continuas gestas, ante el toro de verdad, y sin evadir responsabilidades frente a todo tipo de encastes en plazas de máxima categoría. Padilla es un torero que se ha ganado el respeto y la admiración de los aficionados más conspicuos y amantes de la pureza de la fiesta.
-¿Por qué se hizo matador de toros?
-Por el ambiente taurino que se respiraba en mi casa. Mi padre había querido ser torero y me llevaba a muchas corridas y al campo. Él fue el culpable.
-Sus primeros pasos los dio en la extinta Escuela de Tauromaquia de la Diputación.
-Sí y allí estuve bajo la tutela del maestro Rafael Ortega, me llamaba «El Panaderito» y tenía depositada mucha fe en mí. Estuve mucho en su finca y siempre ha sido mi referente por su personalidad y por todo lo que me ha aportado.
-Toma la alternativa y muy pronto se introduce en el circuito de las corridas duras.
-Era consciente de lo difícil que era el mundo del toro, se me dio la oportunidad de torear varias corridas duras, fui triunfando con ellas , llegué a Pamplona con una de Miura y me nombraron triunfador en San Fermín. A partir de ahí se relanzó mi carrera con estas corridas.
-Festejos que son muy atractivos para el aficionado pues suelen ofrecer emoción e intensidad en la lidia.
-Es cierto que, al tratarse de toros de morfología y comportamiento diferentes, sean muy valorados por muchos aficionados. Ha habido toros a los que no le he podido pegar pases y sólo por la disposicó les he cortado las orejas. Eso se debe a que el público palpa la dificultad.
-¿Ha advertido que existen diversas formas de entender la tauromaquia según las distintas plazas?
-Son formas de expresarse diferentes. Sevilla es una afición selecta, respeta mucho a los toreros. Madrid protesta mucho, por casi todo. Pamplona es más fiestera aunque la sombra sí se preocupa por la lidia. Bilbao es otra afición seria, así como Santander. Creo que cada plaza de primera posee una personalidad propia.
-Tras tres temporadas ausente este año ha vuelto a Madrid por San Isidro.
-En 2006 tuve un enfrentamiento con cierto sector del público y este año he querido volver porque como torero necesitaba reconciliarme con la primera plaza del mundo, necesitaba superar ese borrón en mi trayectoria. Aunque sabía que iba a encontrar a algunos en mi contra, salí con mucho respeto y mucha entrega. Y cuando me sacaron a los medios a saludar tras pedirme la oreja con insistencia, para mí supuso lo mismo que haber salido por la puerta grande, había triunfado.
-Dada su profunda experiencia en la lidia de todo tipo de encastes ¿podría explicar las particularidades de los más llamativos?
-El toro de Miura es un toro agalgado, alto, de grandes mazorcas y con una expresión en la cara bastante sorprendente. No suele humillar ni rematar el recorrido en el trazo de la muleta, se acuesta en la embestida y termina sobaquero, que arrolla por arriba. Es un toro muy listo, a las tres tandas ha aprendido mucho y cuando marca peligro es muy certero. El toro de Victorino posee mucha movilidad y mucha raza, que embiste muy humillado pero su recorrido es corto y se suele quedar en las zapatillas. El Pablo Romero es un animal precioso, que tuvo una época muy buena pero ahora está desarrollando más listeza, acomete con la cara alta pero en general presenta mucha nobleza. Y el toro veragüeño es un toro encastado, de bonita lámina, y los que salen bravos lo son de principio a fin.
-¿Qué sintió al hacer el paseíllo en Barcelona el pasado domingo?
-Sensaciones encontradas. Era una tarde para reivindicar la fiesta y para dejar claro que no podían privarnos de nuestra libertad. Agradezco mucho a la afición barcelonesa los gritos de «libertad, libertad» tras leerse el Manifiesto.
-¿Qué argumento esgrimiría para defender la fiesta?
-Los toreros estamos obligados a defender la fiesta en la plaza con la muleta y con la espada, no podemos ponernos a la altura de los que quieren prohibir, sólo crear el espectáculo que es nuestra cultura.
-¿Cuál es el momento de mayor tensión en un día de corrida?
-La máxima tensión se produce en el patio de cuadrillas, pero es un lugar donde los toreros deberíamos tener más intimidad.
-¿Siente más miedo al dolor físico de la cornada o al dolor mental del fracaso?
-Somos conscientes de que podemos perder la vida pero en el dolor físico no se piensa. El miedo está en no saber acoplarte con el toro, en pincharlo, en el fracaso.
-¿Cuál es el balance de la temporada?
-Bastante positivo en Pamplona, Jerez o Madrid pero no he tenido suerte en otras como Bilbao o Santander. Aunque ya me sacaré la espinita.
-El próximo 14 de agosto tiene la oportunidad en Sanlúcar con seis toros para usted.
-Le pediría a Dios que esa corrida ayude y pueda obtener el triunfo porque es muy especial para mí. No desfraudaré a los aficionados con los toros que he llevado y lo pondré todo por mi parte.
-¿Modificaría algo de la fiesta?
-La pasaría al Ministerio de Cultura y así serían congruentes las medallas de Bellas Artes que otorga.