El secretario general de los socialistas madrileños, Tomás Gómez, durante la rueda de prensa que ofreció ayer tras la reunión con la Ejecutiva del PSM. :: efe
ESPAÑA

Zapatero se enfrenta a su primera rebelión interna a cuenta de la candidatura de Madrid

El líder del PSOE ofrece «corresponsabilidad» en las decisiones y avisa: «No me gustan las posiciones numantinas»

MADRID. Actualizado: Guardar
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A José Luis Rodríguez Zapatero le ha salido una china en el zapato. Lo que hasta hace poco se percibía como un pequeño inconveniente, el empeño del poco conocido secretario general del Partido Socialista de Madrid, Tomás Gómez, en ser candidato a la presidencia de esta comunidad en 2011, se ha convertido en una batalla seria. Nadie se había atrevido en los últimos años a echar semejante pulso al presidente del Gobierno. Y aunque 'a priori' se trata de una lucha descompensada, los resultados pueden ser inciertos. Tanto que el líder del PSOE dio ayer un golpe encima de la mesa -algo inhabitual en él- y ante la ejecutiva del partido advirtió al 'rebelde': «No me gustan las posiciones numantinas».

En realidad, no se lo dijo a Gómez directamente, sino a su valedora en el órgano federal, la portavoz socialista en la Asamblea de Madrid, Maru Menéndez. Ella fue la encargada de trasladar a la dirección del partido lo que su jefe directo ya estaba pregonando a los cuatro vientos en una rueda de prensa paralela. Éste llegó a dar su «palabra de honor» de que si se impulsa otra candidatura -léase, por ejemplo, la ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez- habrá primarias Y advirtió de que su voluntad «no es de roca sino de criptonita».

La declaración llegaba después de que este fin de semana trascendiera que el presidente del PSOE, Manuel Chaves, mantuvo una reunión con el dirigente regional para hablar de las expectativas electorales en una Comunidad que, obviamente, es para los socialistas un puntal clave; sobre todo ahora que se tambalea su poderío en Cataluña y Andalucía. Si se hace caso al equipo de Gómez, el ex alcalde de Parla tiene posibilidades serias de gobernar y Esperanza Aguirre estaría al borde de perder la mayoría absoluta. Si se atiende a las cábalas del vicesecretario general y estratega jefe de las campañas electorales del PSOE, José Blanco, no tiene nada que hacer. Supuestamente, eso es lo que le intentó hacer ver Chaves, aunque el interesado lo niega.

Pies de plomo

A pesar de que Tomás Gómez es apenas un recién llegado que solo lleva tres años al frente del siempre convulso PSM y de que no cuenta con la fuerza legitimadora que da el haber ganado unas elecciones -más allá de haber sido el alcalde más votado de España en 2003 y 2007-, tampoco puede considerársele un peón fácil de apartar. De hecho, la dirección nacional del PSOE va con pies de plomo. Él asegura que cuenta con el respaldo del 96% de su partido.Sus críticos lo ponen en duda. «¿Dónde están todos esos que lo apoyan ahora que todos saben que en Ferraz no lo quieren?», cuestionan.

El caso es que en la cúpula del partido desearían no tener que llegar a confrontar aspirantes. Suele decirse que las primarias las carga el diablo. Joaquín Almunia o José Bono -candidatos ambos del 'aparato'- pueden dar fe de ello. Una victoria de Gómez frente a la opción designada por Zapatero es, a juicio de muchos dirigentes socialistas, poco probable, pero de producirse abriría una peligrosa brecha en el hasta ahora inmaculado mandato de Zapatero. Su autoridad no ha sido nunca cuestionada desde que ganó las elecciones en 2004. Por eso, los detractores de Gómez le echan en cara que por su «interés personal» esté dispuesto a cavar bajo los pies de un jefe del Ejecutivo que ya vive su momento más delicado a cuenta de la crisis económica.

Para evitar que los ánimos se enconen, Blanco se ha apartado del camino. Ayer, guardó silencio en la Ejecutiva y no es casual que fuera Chaves -a quien hasta ahora se tenía como uno de los principales valedores de la candidatura de Gómez- quien lo llamara a consultas. El vicepresidente tercero del Gobierno es un hombre respetado en el PSOE. Se le considera una suerte de «guardián de las esencias» del partido. Pero ni siquiera su intervención sirvió para convencer al dirigente regional de que debe dejar el paso a otro.

Ahora queda esperar un nuevo movimiento por parte del presidente del Gobierno. Pero depende de que la tensión aumente o se desinfle el que aborde la cuestión ahora o espere al mes de septiembre. En un intento por rebajar la crispación abogó, según fuentes de la dirección presentes en la reunión de ayer, por «intentar la corresponsabilidad de la estrategia electoral con las federaciones». Y por si acaso la cosa se desmanda hizo un llamamiento a la «discreción».