ANABOLIZANTE

MUDANZA

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Dicen que las mudanzas y los divorcios son los factores que provocan más estrés. Se da la circunstancia de que, además, ambos suelen ir casi siempre unidos. Yo he sido víctima de una mudanza en los últimos tiempos, y no por un divorcio, sino más bien por todo lo contrario. Enviamos un mail a todas nuestras amistades, la gran mayoría gaditanos residentes en Madrid, solicitando un cablecito. Yo sé que al Yuyu le han llovido críticas por sus continuos chistes acerca de la proverbial alergia gaditana a la espiocha, pero debo decir que la realidad parece darle la razón. De todos los amigos 'invitados' sólo acudió uno. Y no era de Cádiz, sino de Zaragoza. Vino con una resaca como un templo, con sudores de muerte y blanco como la cera, y se cascó unas cuantas idas y venidas portando lo más pesado. Pues bien, les diré que en mi piso, estuve varios días organizando cajas. Mis compañeros de piso, y una amiga que estaba esos días de visita, me miraban de lejos, sentados en el salón. Cuando tuve que ir bajándolas todas a la calle por el ascensor, yo sola, porque el cónyuge estaba abajo con el coche y no podía moverse, no hubo un alma que hiciera siquiera el amago de doblar los riñones. Sobra decir que, casualmente, mis compañeros de piso y la amiga visitante son gaditanos. Bueno, una de mis compis es de El Puerto, lo que invita a pensar que la enfermedad congénita de la flojera se extiende a toda la Bahía. Aún así, yo no les guardo rencor, ni siquiera a mi mejor amiga, que se vio obligada a tomarse una cerveza, y por eso llegó tarde. Los comprendo tanto... Y si alguien piensa que ofendo a Cádiz con esta columna, le diré, parafraseando al gran genio Yuyu, que no se preocupe, que si piensa que trabajar es bueno, con lo de la jubilación a los 67 tiene dos años más de regalo para demostrarlo.