El número uno muerde el polvo
Le ganó 6-4 y 7-5 (5) machacando su revés alto y preparando el asalto a París, dispuesto a la reconquista de Roland Garros Nadal despertó todos los fantasmas de Federer en una gran final en Madrid
MADRID. Actualizado: GuardarRoger Federer tuvo un bello sueño. Nadal no existía o si existía anidaba en Manacor, sin raqueta, sin rodillas, sin que su alargada sombra le enterrase una y otra vez. Pero ayer Federer despertó y se encontró con la cruda realidad: Nadal estaba enfrente, tenía un tomahawk en la zurda y se lo incrustó en la frente sin el menor atisbo de duda. No fue un partido excelso. Demasiada tensión, demasiado respeto y eso se reflejó en siete roturas de servicio, algo insólito en jugadores de este nivel.
Como era de esperar, Nadal masacró el revés alto de Federer. El problema para el suizo no es que ese sea su golpe más flojo, sino que piensa que lo es. Lo solventa en el primer o segundo golpe, pero en el tercero se le viene a la cabeza que el otro se la envía ahí para que falle, y si lo piensas lo fallas. Por ahí empezó a tener un agujero por el que comenzaría a escurrirse.
A la larga, y viendo que fallaba más de lo debido y que por ese lado se le había ido la primera manga (6-4), buscó piernas para colocarse de derecha y taparse el revés. Fue un buen intento, sólo que entonces Rafa recurría a la banana de derecha.
El segundo set fue casi dramático, muchos errores de uno y otro, alternando con jugadas brillantes. Rafa siempre fue por delante, con más decisión y restando mucho y bien el acelerado saque de Roger, que aquí le vuela rápido. Con 4-2 en desventaja, Roger encontró una solución: las dejadas, que hicieron daño a Nadal. También se volvieron contra Roger. Una contradejada de Rafa, que es un gamo, sirvió para que se fuesen a la muerte súbita. Y allí, otra dejada, mal realizada, puso a Rafa por delante. Un agujero negro en la pista, cuyo estado ha sido queja generalizada de muchos jugadores, despistó a Roger en el punto decisivo, cuando tenía la derecha presta para igualar el choque y tener una oportunidad más. La bola le hizo un extraño y ni siquiera pudo empalarla o tocarla aunque fuera con la caña. Simplemente no le dio, como si se tratase de un mal alumno al que hay que corregir. El triunfo fue para Rafa, que supera a Agassi en el número de Masters 1000 logrados: 17 del norteamericano por 18 del español.