TONGO
Actualizado: GuardarEstadio El Molinón de Gijón, junio de 1982, Campeonato Mundial de Fútbol de España. Las selecciones de Alemania y Austria brindaron a la afición asturiana y al mundo del fútbol una de las tardes más infames y bochornosas de la historia de los mundiales.
Una victoria por la mínima de los germanos bastaba a ambos equipos para garantizarse el pase a la siguiente fase, en detrimento del modesto combinado de Argelia, que había hecho méritos suficientes tras vencer al todopoderoso «once» teutón.
El delantero Hrubesch adelantó a Alemania en la primer mitad, y a partir de ahí alemanes y austríacos, sin el menor rubor ni el más mínimo disimulo, dejaron de competir y se dedicaron a dejar pasar el tiempo ante la bronca y la indignación de la afición gijonesa, que comenzó corear «Argelia, Argelia», «Que se besen, que se besen» o «Sporting, Sporting» ante la mirada atónita del resto del mundo.
A partir de esa mofa, la FIFA obligó a disputar todos los partidos de la última jornada de la primera fase del Mundial el mismo día y a la misma hora. En El Molinón perdió el fútbol, pero ganó la reacción ejemplar de una afición asturiana que se ganó el respeto y la admiración de millones de aficionados.
Casi tres décadas después, asistimos a otro supuesto apaño que cuenta con el agravante de la aquiescencia del político de turno. Lo del presidente cántabro, Miguel Ángel Revilla, es, cuando menos, para que se tomen la molestia en la Liga y en la Real Federación de Fútbol de mirar con lupa lo que suceda mañana por la tarde en el terreno de juego de El Sardinero.
Como hace treinta años, la afición sportinguista tiene la oportunidad de demostrar que sigue rebelándose ante injusticias de ese calado. A partir de ahí, que gane el mejor.