CARTAS A LA DIRECTORA

¿Dónde está la libertad?

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En Pozuelo de Alarcón (Madrid), en el Colegio Camilo José Cela, una alumna ha sido expulsada por llevar el hiyab, provocando, una vez más, el eterno debate sobre la presencia de los símbolos religiosos en los espacios públicos. Lo primero que se nos ocurre es llevarnos las manos a la cabeza y preguntarnos por qué: ¿Por qué lleva esa prenda? ¿Por qué una institución como un colegio público decide prohibir su uso? ¿Por qué, a pesar de eso, la alumna en cuestión decide seguir llevándolo? ¿Qué le motiva a ponérselo? ¿Por qué no se buscó una medida alternativa? La respuesta radica, evidentemente, en que es mucho más que un mero símbolo. Por un lado, Europa va proclamando a los cuatro vientos la palabra «libertad», haciendo la Carta de la Declaración Universal de Derechos Humanos la base de todos sus fundamentos. Ciñámonos nosotros también a ella. Dice el artículo 26.1: «Toda persona tiene derecho a la educación. [.]». Incluso tenemos a nuestros políticos presumiendo de multiculturalidad, de diversidad, de integración y aceptación. Aquí, teóricamente, cada cual tiene derecho y libertad para hablar de lo que quiera, para ser el partido que mejor le convenga, para creer en una cosa u otra; y cómo no, para vestirse como le venga en gana. Sin embargo, todos estos ideales tan progresistas desaparecen cuando una persona, haciendo buen uso de esa misma libertad, decide ir a su centro de estudios con un velo en la cabeza, ¿dónde está ahora la libertad? ¿Por qué no puede llevarlo? Y así tenemos al Colegio Camilo José Cela prohibiendo a una alumna una prenda que ella, libremente, ha elegido llevar. Tenemos también a quienes aplauden su decisión, cuando claramente vulnera los Derechos Humanos e incluso la propia Constitución Española, cuyo artículo 16 viene a decir: «Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la Ley». Menos mal que hay algún ministro defendiendo el derecho a la educación y a la libertad; claro que, no dejan de ser más que meras palabras. Por supuesto, la oposición también se proclama defensora de una supuesta libertad cuando hablan de los derechos de la mujer, de atavismos. A mi humilde parecer, no hay nada más cavernícola, nada más hipócrita, nada más digno de reprobación que la actitud de quienes quieren prohibir el uso de una prenda que, para quienes la utilizamos, significa nuestro respeto, nuestra fe; es nuestra seña de identificación: nuestra libertad. Yo me pregunto: ¿dónde están los que deben hacer cumplir la Constitución? ¿Dónde están los que hablan de los derechos de la mujer, cuando a una de ellas no se le permite vestir como quiere? ¿Dónde están los que hablan de tolerancia?