El sevillano fue Premio Nacional de Danza en 2008. :: LA VOZ
FLAMENCO

«Soy muy generoso en el escenario»

En 'Dos voces para un baile', el Premio Nacional de Danza recrea los mejores momentos de su extensa trayectoria El bailaor Javier Barón se presenta por primera vez ante el público del Gran Teatro Falla

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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París, Glasgow, Madrid, Los Ángeles o Nueva York. Ha paseado su arte por medio mundo, pero hasta hoy no había pisado las tablas del coliseo gaditano. Y eso que empezó a dar taconazos a los siete años y cosechar premios desde adolescente. Entremedias, hasta este 2010 que se enfrentará al público del Falla, Javier Barón ha construido una carrera brillante, casi sin hacer ruido, al ritmo de su elegante braceo y su feroz presencia en los tablaos internacionales. Su paso por Madrid, donde se trasladó desde joven para continuar sus estudios con los maestros y coreógrafos más destacados del momento, esos años que le abrió el mecenazgo de su tío, el matador Manolo Rico, su ingreso en el Ballet Nacional de España... Recuerdos que, casi por obligación, irrumpen en la vida de un artista y necesitan revivirse.

El resultado de ese revolcón en la memoria es 'Dos voces para un baile', el espectáculo que esta noche se presenta en el Gran Teatro dentro del ciclo Flamenco Viene del Sur. «Es un montaje muy personal, he mirado atrás y he querido incluir las coreografías con más volumen y rescatar a esos compañeros que empezaron conmigo», resume. Amigos como Guadiana y Juan José Amador aunque, como confiesa, la vida ha pasado para todos y a lo largo de estos años en los que se ha representado 'Dos voces para un baile', ha actuado también junto a Miguel Ortega y José Valencia. Las guitarras de Javier Patino y Ricardo Rivera y las palmas de Juan Diego o Antonio Molina 'El Choro', forman el elenco que interpreta el espectáculo preferido de Barón.

Como un padre no puede elegir entre sus hijos, el bailaor sevillano (Dos Hermanas, 1963), apenas se atreve a quedarse con uno de sus montajes. Pero éste, al igual que 'Dime', un homenaje a Lorca que ha vuelto a retomar, se han asentado en su corazón de una manera especial. «No tiene guión, es un montaje desgajado, en el que me siento, nos sentimos, desnudos. Me gusta por su sencillez», susurra (responde a la entrevista en medio de un ensayo).

Pero si le gusta sobremanera este 'Dos voces...' es porque le brinda la posibilidad de recuperar su pasado, con la única compañía de las cuerdas cómplices, los efectos luminosos y las gargantas versátiles de los dos cantaores. Junto a su baile, arriesgado y clásico, de la farruca a los tangos, de las alegrías a la seguiriya, de la soleá a las bulerías. Ese baile extenso y completo que le llevó hace un par de años a alzarse con el Premio Nacional de Danza, el sexto que conseguía el flamenco en esta modalidad (Eva Yerbabuena, María Pagés, Sara Baras, Israel Galván y Manuela Carrasco). «Una vez ya fui candidato, la verdad es que siempre pensé que era muy difícil que me lo diesen. Siempre uno está con fuerza, pero recibir este premio fue un empujón importante. ¿Responsabilidad? Uno la tiene con o sin premio. Está claro que el Nacional de Danza es el techo más alto que se puede alcanzar y lograrlo es un halago, una satisfacción inmensa», comenta con esa humildad que también ha derrochado encima de las tablas. «Me considero un artista generoso, en este espectáculo cada uno tiene su momento, me gusta compartir con los demás el escenario», subraya. Una anécdota que lo ejemplifica. En el viaje de vuelta de unos de los muchos que realiza a Norteamérica, Javier Barón (su nombre es Francisco Javier Álvarez Rico), se dio cuenta y «apuntó» que sus palmeros tenían mucho talento para dedicarse tan sólo al acompañamiento. Desde entonces, esos jóvenes le secundan en el baile.

Sara Baras

Y hablando de amigos del flamenco, Barón se pronuncia sobre la despedida temporal de Sara Baras. «Es una gran artista, con una trayectoria de muchos años», dice, sin olvidar a otros tantos colegas de profesión. Aunque advierte: «la cosa está falta de flamenco, hay muchos artistas que lo hacen bien, pero el público demanda más. Si se hacen bien las cosas, pero no se venden los espectáculos, es una pena».

Habla, entre otras cosas, de la necesidad de darle el empujón definitivo al flamenco para que se considere Patrimonio de la Humanidad. «Es algo que ya debería haber sido hace mucho tiempo. Es cierto que las cosas pasan cuando tienen que pasar, pero ya toca que sea reconocido mundialmente, algo que ya se ve en el público de todo el planeta». Y lo asimila como el hecho de que se tardara tanto en otorgársele el Nacional de Danza. «Es lo mismo, tuvo que ser cuando fue. Me puso muy feliz. Yo brindé el premio a que viniera bien para el flamenco. Con un poco de cada uno, conseguiremos ponerlo definitivamente en el sitio que merece».