La cerveza tiene este año más que nunca un serio competidor en el fino. :: J. C. CORCHADO
Jerez

El vino y el fresquito acorralan a la cerveza

La jarra de rebujito es la bebida estrella en el Real y una de las mejores fórmulas para que el jerez se acerque a nuevos públicos La climatología se ha puesto del lado de las bodegas del Marco para que el fino sea protagonista

JEREZ. Actualizado: Guardar
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«Ya tocaba hija, ya tocaba una Feria fresquita de ésas que me gustan a mí, sobre todo para que pueda tomarme a gusto mi vinito de Jerez». Ramón Garrido es un fijo en el Real del González Hontoria desde hace 40 años y ayer en su mano no faltaba un catavino -«a mí que no me den uno de esos vasitos de plástico», dice muy digno- para tomarse fresquita una copa de fino. La imagen no es aislada.

Este año el tópico, uno de tantos que se hacen realidad en la Feria, se ha cumplido y las frescas temperaturas, que hasta han hecho que por el Real se vean más rebecas que nunca, han venido en ayuda de las bodegas del Marco de Jerez. Y es que la sabiduría popular y los propios dirigentes del Consejo Regulador del Vino de Jerez siempre han defendido que la venta de los caldos de la Denominación de Origen en las casetas del recinto ferial se ven muy beneficiadas por estos días agradables, sin demasiado calor, en los que la cerveza pasa a ser la segunda opción frente a la tradicional copa de jerez.

Ayer, en la caseta de La Amargura, uno de sus camareros, Víctor, recalcaba que los 'nublaillos' y el fresquito se han notado, y que se ha vendido más vino que otros años. Eso sí, no se lleven a engaño: aunque esta vez se vea más acorralada, la cerveza sigue corriendo a raudales de mesa en mesa, litro a litro, jarra a jarra, mientras sus efectos se van haciendo cada vez más visibles entre los feriantes.

Al menos, a la cebada le ha salido un duro competidor, el archiconocido rebujito, ése que cada vez se pide más por jarras porque «entra tan bien que uno no se queda a gusto sólo con un vaso», se reía ayer entre sorbo y sorbo Alejandra Aguilar. Esta joven cordobesa, de visita en la ciudad junto a un grupo de amigos, no es habitual consumidora de vino, pero en Feria todo cambia y «mezclado con el refresco me puedo beber litros».

Y es que a estas alturas, todas las bodegas de Jerez se han sacudido ya complejos y prejuicios y han admitido que el rebujito es una gran forma de vender vino y de llegar a nuevos públicos.

Así, entre una copa y otra más, la Feria sigue su curso mientras las grandes bodegas esperan hacer buena caja y vender bastante más de las alrededor de 400.000 medias botellas de vino de otros años.