Jerez

YO ME AUTOINVITO

FINITO HONTORIA Actualizado: Guardar
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Viene Bibiana, punta de lanza de la vanguardia política de por aquí, y todo lo que se le ocurre subrayar a la plebe es que está delgadita y enjuta. Normal. La machacan en los medios por ser mujer, joven y ministra, con independencia de que se resbale más o menos en las lides gubernamentales. Algunos recuerdan cuando era delegada de Cultura, tan chiquilla y tan lozana, y lucía espléndida en las ruedas de prensa, tranquila y reposada, sonriente, con un don especial para marcar los tiempos. Los gráficos la consideraban un incentivo extra, una musa entre tanta grisura de traje y corbata.

La cosa, me dicen, es que Bibiana tenía carrera oficial: casetas, fotos, conversación y saludo, y que a la comitiva de acompañamiento estaba invitado el sector oficialista del cabildo. El 'pilarsanchismo' ortodoxo, en estado puro. Pero corrió la voz entre los disidentes de la alcaldesa, y como una guerrilla disciplinada y puñetera, fueron apareciendo las voces más incómodas del gobierno municipal. Bibiana, experta en estos lances, cumplió con todos, aunque era palpable la tensión entre ambos bandos. Qué apuro pasó la pobre, sin perder la gracia y el ademán conciliador, haciendo alarde de política bregada en peores plazas que la nuestra.

La Tata Rosalía, antes de que su pasión excesiva por el ron miel la dejara grogui, era experta en autoinvitarse a las fiestas ajenas. Llegó a colarse en el Palacio de El Pardo, un día en que el gallego viejo, sacudido ya por los años, quiso celebrar no sé qué leches de aniversario. Siempre decía que el secreto era hacerse pasar por cortina, o fingir un encuentro casual. «Vaya, don Francisco. ¿Qué hace usía por aquí?. «Bueno, ya ve usted: esta es mi casa»

En el coso jerezano, dicho lo dicho, se vio a la duquesa de Alba, con su amigo oficial o su novio oficioso, siguiendo, ensimismadas, las variaciones de Cayetano. Sangre y arena. Lo que nos espera, a los votantes de Jerez, hasta el próximo mayo. A ver quién se atreve a señalar al sobrero. La ministra, por lo pronto, pasa palabra.