Puli, que marcó su gol 25, muestra orgulloso el escudo. :: M. GÓMEZ
CRÓNICA

El ascenso tendrá que esperar

Los de Manolo Rueda no pudieron certificar matemáticamente su salto a Tercera porque se toparon con un cuadro azulino más eficaz El San Fernando muestra su mayor calidad ante el Conil en un derbi trabado

SAN FERNANDO . Actualizado: Guardar
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El Conil está ya prácticamente en Tercera. Todavía de forma virtual, el equipo de Manolo Rueda es campeón del grupo 1 de Primera Andaluza con todo merecimiento. Ha sido el más regular a lo largo de todo el campeonato y está muy cerca de conseguir algo por lo que lleva luchando en las últimas temporadas. Pero el San Fernando, su más firme perseguidor sobre todo en esta segunda vuelta, no podía permitir que el salto de categoría se hiciera matemático en su propio feudo. Era cuestión de orgullo profesional.

Por eso, Sacramento se vistió con sus mejores galas para estar a la altura en este derbi en las alturas. Lleno hasta la bandera, con importante presencia de seguidores afines al Conil, el estadio isleño disfrutó con un encuentro que, si bien no fue demasiado vistoso para el espectador, sí que dejó buenas sensaciones.

Sobre todo para los de casa, que desempolvaron su mayor calidad para maniatar a su rival y sumar tres puntos muy importantes de cara al objetivo que los centra, que no es otro que el de atar la segunda posición en la tabla. Con su victoria en Punta Umbría por 1-3, el Arcos sigue apretando y la diferencia sigue siendo de tres puntos, pero con el 'goal average' a favor de los serranos.

Por eso y por muchas otras cosas, el San Fernando era consciente de que no podía fallar. En ese escenario sólo cabía ganar siendo mejor. Y con esa mentalidad saltaron al césped los isleños desde el primer minuto de juego.

Todavía no se habían acomodado los allí presentes cuando ya pudo llegar el primero. Tras una buena jugada combinativa por banda, Sergio Beato recibía en la frontal, sorteaba a tres defensas y, frente a frente con Bocardo, perdía el mano a mano en favor del portero gaditano, para el que también era un día especial por su remoto pasado como jugador azulino.

Era el aviso de lo que iba a ser el primer tanto, que llegó tras una genialidad de Canito. El isleño aprovechó que la cosa le vino de cara para desquitarse con una gran resolución. Batió por bajo al cancerbero amarillo y se fue corriendo a celebrar su gol en la banda mirando hacia la grada. Besando su escudo como si tuviera que demostrar su amor hacia los colores, como si muchos no supieran todo el fútbol que le queda por dar tanto dentro como fuera de los terrenos de juego.

Corría el minuto ocho y todo hacía presagiar que iba a ser una mañana apacible como finalmente lo fue. El problema es que muchos esperaban más del juego de los dos mejores equipos de la categoría, pero lo que pasó fue que el encuentro se perdió en una lucha de poderes que trababa la fluidez del balón en el centro del campo y que, a excepción de algunos acercamientos sin peligro evidente y de un centro envenenado que Juanje estrelló en el travesaño, provocaba que la primera parte muriera sin mucho más que contar.

Otro penalti fallado

Con una renta justa pero escasa afrontaban los azulinos la segunda parte, conscientes de que había que exprimir la gasolina para que no se produjeran sorpresas como la que se había dado siete días antes en Isla Cristina. Sobre todo porque podía desatar las iras de algún que otro escéptico. Pero a diferencia de aquella ocasión en tierras onubenses, esta vez sí que se hicieron los deberes. En otro arranque de potencia, el San Fernando volvió a exponer sus mayores ganas de llevarse los tres puntos y volvió a asestar otro golpe importante.

Si en la primera mitad el fútbol había hecho justicia con Canito, en esta segunda se encargó de saldar cuentas pendientes con Sergio Beato. El jerezano se desquitó del mano a mano fallado nada más empezar y culminó una jugada fantástica por la banda izquierda, cuando sólo se habían disputado seis minutos. Poco después, Puli redondeó la cuenta general con el tercero y definitivo y la suya propia con su gol número 25, al batir a su rival y ex compañero Bocardo, que estaba adelantado.

El puertorrealeño Juanmi puso emoción al derbi en el 65' con un gol que metía a los suyos en el partido, pero los tintes hasta el final seguirían siendo los mismos. Sobre la bocina, Castillo falló un penalti que paró Bocardo. El segundo consecutivo tras el que marró Rodiel en Isla Cristina. Al menos, éste no fue decisivo. Ahora el Conil necesita dos puntos para certificar su ascenso. Eso a no ser que los isleños no lo ganen todo.