El tíovivo marea a los socialistas
El partido aprovecha la designación de candidatos para reabrir su refriega con la dirección regional y evita que la tregua pueda extenderse a 2012 El baile de nombres para las elecciones aleja posiciones dentro del PSOE de Cádiz
Actualizado: GuardarLas elecciones locales de la próxima primavera eran, hasta ahora, la gran coartada. La mejor justificación para cerrar, por obligación o en falso, las diferencias surgidas en el PSOE gaditano desde la convocatoria del congreso regional extraordinario. De Griñán, Cabaña y Pizarro a cualquier militante de base, una de las frases más repetidas era «ahora no es el momento, que las municipales están ahí». El argumento tiene la carga lógica de la obviedad temporal y resulta fácil de compartir. Hasta los más descreídos, lo creyeron. Tocaba tregua. Las diferencias, por profundas que fueran, podrían esperar. Tras ese burladero se ocultaron todos los desencuentros (fruto de un profundo pulso pretendidamente generacional y, en realidad, tribal, territorial) surgidos durante la ceremonia de ascenso al poder orgánico del 'padre Pepe' como se le empieza a llamar por sus clericales formas: firmeza en el fondo y suavidad en las formas.
Pero la grieta entre la dirección socialista gaditana y la regional es tan ancha que ni esa prórroga ha resistido. Sin que nadie metiera el dedo, sin preguntas incómodas ni críticos altisonantes, los responsables de las ejecutivas local y provincial han vuelto a salpicar a casi todos al dar una patada en un charco político que amenaza con azuzar el incendio interno durante todo un año en vez de ocultarlo prudentemente durante doce meses.
La última pedrada ha sido cosa de Federico Pérez Peralta que, aparentemente solo pero en compañía de otros, decidió en Semana Santa echar un pulso al nuevo equipo de Sevilla a la primera excusa que ha surgido, la elección de candidato a la Alcaldía de Cádiz. Insistir en que su apuesta es Marta Meléndez (algo que, por otra parte, todo el que quisiera ya había podido escuchar desde el pasado otoño) no tiene más sentido que cuestionar el proceso y los plazos marcados desde la cúpula orgánica autonómica. Tocaba silencio. Lo sabía. Y decidió romperlo. Sin duda, porque perjudicaba a «los suyos, que no son los socialistas gaditanos ni los votantes de la ciudad, son los que controlan el aparato institucional del PSOE desde San Antonio y Gaspar del Pino. El pulso es ese, quién elige los nombres de las más de mil personas que trabajan casi por elección directa en Junta y Diputación. Si en 11 meses los elegirán los mismos que ahora o alguien designado por Griñán. Esa es la cuestión, no te equivoques». Lo dice un militante con más de 70 años que tuvo cargos institucionales en las tres administraciones hasta los años 90.
En realidad, no se trata de elegir un nombre, de buscar la mejor opción para los gaditanos, ni siquiera para el PSOE de Cádiz. En realidad, se trata de aclarar quién manda. Es un asunto interno disfrazado de interés público.
El 'pizarrismo sin Pizarro', como se llama ahora a los más recelosos de los modos (y los nombres) que trae Griñán toman cada decisión del nuevo líder como una agresión (el congreso, Antonio Fernández defenestrado.) y han decidido plantarse. Ese es el análisis político mayoritario entre los militantes veteranos con más prestigio. La otra opción es que a Chiqui le hayan afectado gravemente las últimas rachas de Levante y haya decidido autoinmolarse políticamente, algo improbable en una persona con merecida y reputada fama de superviviente de la política institucional.
Una mala apuesta
Pero en su pulso interno, la dirección gaditana parece arrasar con todo, incluso con las escasas posibilidades de mejorar sus resultados electorales en la capital gaditana. Tras la situación creada por Pérez Peralta, y ya rechazada por Griñán en público, el PSOE tiene una posición aún más complicada por delante. Si finalmente Pérez Peralta organiza (como pretende) una asamblea esta próxima semana para formalizar el respaldo a Marta Meléndez, lo conseguirá con extrema facilidad. Controla las voluntades de ese foro sin el menor resquicio a la sorpresa. Podrá presentar a la concejal ante Griñán como la elegida de la militancia, como la preferida por el órgano local oficial, no como un capricho propio. A la ejecutiva regional le costará más negarse, una negativa parecería una imposición. Meléndez, por tanto, tiene muchas opciones. Sin embargo, ha quedado expuesta a todo tipo de ataques internos y externos. Incluso contra la opinión de González Cabaña, que ya recomendó a sus compañeros, esta misma semana y sin éxito, bajarse del «tíovivo de los nombres» para no propiciar el hara-kiri de nadie. Su mano derecha no le escuchó (esa es la versión obvia y cándida), así que Meléndez ya es la candidata del aparato, de la vieja guardia, del pizarrismo sin Pizarro. Es decir, arrancará con la mitad del partido (el que aspira a la renovación real, al relevo inminente) en su contra. Si finalmente Rafael Velasco y el 'padre Pepe' propician que sea Emilio Aragón (una opción a la baja en las apuestas internas) o cualquier otro gestor veterano pero renovador de su agrado quien encabece la lista, ya siempre tendrá el aire de un nombre obligatorio, de un paracaidista (aunque sea gaditano) que fue señalado por Sevilla contra la voluntad de la dirección local y provincial, a la que tendrá en contra con toda la potencia interna y clientelista que tiene ese aparato.
Lo único cierto a estas alturas es que a los dirigentes del PP en la ciudad de Cádiz les cuesta ocultar la sonrisa. En el último pleno municipal, apenas podían contenerse. Sueñan con la exterminación política del PSOE. Los más osados hablan de la improbabilidad de que los socialistas se queden con los mismos concejales que Izquierda Unida. En cualquier caso, la ceremonia vivida esta semana no podría ser más beneficiosa para Teófila Martínez. Ni aunque la hubiera planificado Jorge Moreno infiltrado y disfrazado.
Eso sí, para bochorno de los dos partidos mayoritarios, y de todos los que no logran serlo, es preciso recordar que la abstención en Cádiz llegó al 50% en las últimas municipales. El paisaje (la falta de exigencia al gobernante y la impericia endogámica de la oposición) permite aventurar que esa preocupante cifra aún podría crecer. Debería ser motivo de reflexión para todos. No lo será.