El escritor obtuvo el Alfaguara con 'El viajero del siglo'. :: LA VOZ
LITERATURA

«Espero poder confiar, además de en la palabra, en el sentido del humor y el amor»

El autor hispano argentino, premio Alfaguara 2009, protagoniza esta tarde las Presencias Literarias de la Universidad Andrés Neuman Escritor

| CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Reconoce, sin pudor, que le duele el trasero de estar sentado, de las pocas manías que tiene para escribir. Lo ha hecho mucho, sí, y desde muy temprano. A los 22 años publicó su primera novela, 'Bariloche', que fue finalista del Premio Herralde. Ese hito le valió a Andrés Neuman (Buenos Aires, 1977), el sambenito de joven promesa. Asegura no molestarle a este ciudadano del mundo -a los 14 años se afincó en Granada-, que obtuvo el Alfaguara con su cuarta novela 'El viajero del siglo'. Es, además, autor de libros de cuentos y defensor a ultranza del relato breve. Como poeta ha publicado varios libros, el último, 'Década (1997-2007)', un resumen de su obra en verso que fue presentado en Cádiz justo hace un año. Hoy vuelve a esta ciudad para charlar con sus lectores en las Presencias Literarias de la UCA.

-Dicen que lo verdaderamente odioso de emigrar es que, aunque se vuelva, uno siempre es un inmigrante. ¿Qué recuerda de aquella experiencia?

-No, no creo que sea especialmente jodido ser emigrante, es un recuerdo verdadero. Si se convierte en un estigma y en una causa de marginación sí, pero si no, no es molesto. Si se trata de recordar de donde has venido y darte cuenta de que pudiste tener peor suerte, es una alegría. De aquellos momentos recuerdo las largas colas para tramitar el permiso de residencia, una cartulina que tuve hasta los 18 años.

- Llegó a España de la mano de sus padres, músicos de profesión. En alguna ocasión ha dicho que la música y la palabra son de las pocas cosas en la que puede confiar. ¿Es cierto?

-La verdad es que espero confiar en más cosas, en el sentido del humor y del amor. Pero sí, es cierto, la música y la palabra son buenas parejas de baile. Mis padres eran músicos, estoy muy agradecido a la Orquesta de Granada. La música no es una afición, es un recuerdo familiar. Todos tocaban algún instrumento y era imposible irse a dormir antes de la medianoche. Mi casa era un loquero delicioso.

-¿Tiene fe en algunos de los temas de su novela 'El viajero del siglo', como la multiculturalidad y la emancipación de la mujer?

-Tengo fe en que se consigan. Las utopías pueden convertirse en un fanatismo inútil. No se trata de hablar de la mujer libre en mayúsculas o de la integración de la cultura, sino de creer que la inteligencia y la educación nos hará cada vez más libres y tolerantes. Creo en las evoluciones lentas. Desgraciadamente, la escala biológica no coincide con la histórica, por eso a veces nos sentimos frustrados por no llegar a ver completadas las revoluciones.

-¿Se considera Andrés Neuman un tipo con suerte?

-Si nos referimos al hecho de tener cáncer o de que me atropelle un coche, sí, tengo suerte. Ahora, si hablamos de publicar libros, mi culo no pensaría lo mismo. Lo tengo plano de estar tanto tiempo sentado escribiendo. Para mí la suerte tiene que ver con la salud y los seres queridos. He trabajado mucho, eso sí. Al final es como el fútbol, si no entrenas, no metes gol. Pero claro, siempre hay un golpe de suerte, un defensa que se despista o tropieza y te deja el camino allanado.

-¿Está cansado de las etiquetas de 'promesa' o 'joven autor'?

-No las he impuesto yo, así que no me importa. Es una etiqueta fácil, sobre todo para los medios de comunicación, yo trabajo también para ellos y lo sé. En cualquier caso, no se si sigue funcionando. Además, todo depende de para qué profesión se es joven o no. Si quisiera ser actor, ya iría tarde. Sin embargo, para dirigir una empresa (ojalá nunca me vea en esas), ahora mismo sería un benjamín.

-Entonces, no le molesta.

-Lo primero que aprendes cuando estás en un espacio público, y eso que el de la literatura es mínimo en comparación con otras disciplinas, es que si como escritor a duras penas puedes decidir sobre tu obra, aún menos puedes hacerlo sobre lo que opinen los demás.

-¿Sueña con el día en que su obra esté incluida en los planes de estudios de literatura, la disciplina que usted ha impartido en Granada?

-No, para nada. Los escritores, aunque no lo creáis soñamos con cosas muchos más sencillas, con poder escuchar al protagonista de nuestra novela o cómo culminar la historia. Lo que venga después ni depende de mí ni me importa mucho.

- Va de tópicos incómodos. ¿Prefiere que se le diga escritor español o autor argentino?

-Yo soy un ciudadano híbrido que ama a los dos países. Es como elegir entre mamá y papá. Hacerme elegir sería existencialista e injusto. Lo mismo le ocurre a miles de hijos de inmigrantes que están en España. A los argentinos y chilenos les pasó lo mismo que a los españoles tras la Guerra Civil. Elegir entre nacionalidades es una tontería. Yo, como me he criado en ese lío, que ha sido el que me ha dado de mamar, lo entiendo así.

-Hoy estará frente a un público muy fiel, en una ciudad a la que le encanta venir.

-Cádiz es de las ciudades de Andalucía que más me gusta, tengo grandes amigos. Venir aquí es muy placentero. Además, me motiva mucho poder conversar con los lectores, es lo que más me enriquece. Es curioso, lo que te acerca a los lectores es, a priori, el no verlos. No verlos para poder trabajar en tu soledad y crear obras que, al fin y al cabo es un acto de comunicación. Es un privilegio que después puedas compartirlo y ver las caras de quienes te leen.

-Se atreve con todos los géneros. También con los aforismos. Enuncie alguno, el que más feliz le haga o el que más pena le de. El que se le venga ahora mismo a la cabeza...

-Voy a decir dos. 'Leer como si en cualquier momento fueran a apagarnos la luz'. Y otro, en referencia a la suerte de la que hemos hablado: 'Envejecer es la desgracia más afortunada'.