EL PERFIL

FERNANDO PÉREZ MULET

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Fernando -hombre escueto, sobrio y razonable- no pertenece a esa estirpe de profesores estirados, distantes, paternalistas, engolados y autoritarios que, subidos en pedestales de escayola hablan «ex catedra» y presumen de lanzar suspenso a diestro y siniestro. Tampoco podemos encasillarlo en ese otro grupo de enseñantes que practican una falsa y ridícula camaradería con los alumnos, alardeando de una imposible amistad. Constante, laborioso y discreto, es un universitario de calibre que, gracias a su exquisita sensibilidad y sin necesidad de elevar la voz, enfatiza las pequeñas cosas importantes e intensifica las vivencias fundamentales de la existencia. Por eso él ha optado por la calidad en vez de obsesionarse por la cantidad. Aunque es cierto que, a veces, puede proyectar una imagen distante, los que nos cruzamos con él descubrimos que es cercano y cordial. Sus alumnos conocen muy bien su amplia capacidad para atenderlos y su destreza para hacerse comprender.

Su exquisita delicadeza y sus dotes pedagógicas son las claves que explican su afición por el arte y su intensa vocación por la enseñanza universitaria. Es probable que su ideal de perfección se asiente en la estrecha conexión que existe entre la racionalidad, la sobriedad, o, en resumen, en la armonía entre el entendimiento humano y la Naturaleza.